El chico de la última fila en la adaptación de la obra de Mayorga que vemos en la Muestra es Samuel Viyuela. Me gustó mucho la película de François Ozon. Tanto en la versión original en francés como doblada al castellano. La disfruté mucho. Pero identifico mucho mejor al Claudio inventado por Mayorga con Samuel que con el actor Ernst Umhauer. Me reconozco en él. Me lo creo mucho más.
La intepretación de Samuel Viyuela me parece sencillamente prodigiosa. Un tour de force en toda regla. Un difícil trabajo de iniciación. Me pregunto cómo será el actor que hay debajo del personaje. Por eso no me resisto a saludarle al final de la función. Y es entonces cuando llega el abrazo compartido. Una felicitación que se convierte en intercambio de energía entre el espectador que ha disfrutado con la función y el actor que se ha entregado durante un par de horas transmutándose en otro. Vaticino un gran futuro para Samuel. Ha nacido un grande. Que, por cierto, me recuerda a Raúl Prieto, otro prodigio.
