POR UNA VIDA PLENA - Miércoles 25 de febrero

Joaquín, que me conoce bien, me dijo ayer que he encontrado la felicidad en mi trabajo. Y que no piense que sería más feliz con una pareja al lado. Que de lo que se trata es de estar bien, y que yo ya lo estoy.
Me ha hecho reflexionar. Porque muchas veces he sentido cierta compasión por las personas entregadas a su trabajo, pensando en que con su dedicación trataban de suplir todo lo que no recibían en casa. Y ahora resulta que yo soy uno de ellos...
Soy una de esas personas que se realiza en las aulas, preparando las clases, que canaliza toda su energía en el trabajo porque es ahí donde se siente útil y donde le sube la autoestima. Y que vive los domingos con ilusión porque el lunes vuelvo a la carga. Pues sí que será. Si así soy feliz, como dice Joaquín, qué problema hay…

Ayer martes, me vine a Madrid.
Primero di la clase en la Universidad de Elche. Una sesión muy larga que a mí se me pasó volando, como es costumbre. Por un lado, analizamos un texto de Begoña del Teso sobre la peli de Woody Allen, sin desperdicio. Por otro, el ocurrente cortometraje ‘No se preocupe’, de Eva Ungría, que propuse como práctica a los alumnos.
Después comí en el campus, paseé tranquilamente, y pasé por el despacho para chequear el correo, que en estos días de reparto de Almarios derrama cariño.
Tomé el Alvia de Alicante a Madrid a las cuatro, hablé con Miguel de Sax, que joyita de hombre, hasta que se fue la cobertura, y a las ocho ya estaba instalado en la primera fila (era la 3, pero la 1 y la 2 no se ocupan) del Teatro Valle-Inclán, para ver ‘Una comedia española’. Qué buena Cristina Plazas. Y qué bien ver tan cerca a Mónica Randall.

Este martes creo que simboliza bien lo que significa una vida plena. Lo que yo quería que fuera mi vida hace unos años. Entre las aulas de Elche y los teatros de Madrid. Enriqueciéndome con la presencia de los otros.

Sin prisa pero sin pausa, antes de trasladarme a Valencia al cumpleaños de Oliver (sí, mi niño cumple 25 este sábado) veré varias funciones que pintan muy bien. La zarzuela ‘La Gran Vía’, ‘El enfermo imaginario’ revisitado por Quique San Francisco, el musical ‘Fiebre del sábado noche’, la comedia que se me había quedado pendiente ‘Mentiras, incienso y mirra’ y lo nuevo de Javier Veiga, ‘Amigos para siempre’. No hay tiempo para más en tres días.
Esta mañana he asistido a la rueda de prensa de la Unión de Actores, que presentaba a los nominados a sus premios. Y qué nominados. Hasta puedo emplear los posesivos que tanto me gustan. Mi Roberto Enríquez. Mi Raúl Arévalo. Mi Félix Gómez. Mi Víctor Clavijo. Mi Natalia Mateo. Mi Ana Wagener. Mi Gracia Olayo.
Todos se han ido con ‘El Almario’ dedicado. Bueno, todos no. Porque no me quedaban. Caso de Ana Gracia o Mariano Venancio, que incluso han tenido en sus manos el de algún compañero.
Ahora no tengo el cable de la cámara de fotos. Pero amenazo con colgar todos estos momentos Nescafé en el precioso patio de la SGAE donde hemos tomado los canapés. Avisados quedan los aludidos.