Está claro que conozco a mucha gente. Fue normal y hasta previsible que en el anterior viaje, camino de San Sebastián, me encontrase con tandos conocidos. Ya no lo es tanto que un jueves cualquiera, un 8 de octubre, detecte vida inteligente en el trayecto Madrid-Pamplona.
Es David, uno de mis alumnos del curso de la ECAM del pasado mes de junio, que va a visitar a su familia.
Donde difícilmente coincido con alguien conocido, con alguien del mundillo de la cultureta que me motive, es en el Alvia Madrid-Alicante. Resulta muy curioso.
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