sábado, 5 de mayo de 2012

LLORENÇ GONZÁLEZ

I - Cuando vi 'Los chicos de Historia', ese grupo de actores jóvenes me marcó, dentro y fuera del escenario. La función dirigida por Pou fue un prodigio de belleza e inteligencia. Un texto bellísimo. Me dio a conocer a estos notables actores. Nao Albet, lo confieso, me hizo llorar. Jaume Ulled y este portento, Llorenç González, me permitieron intuir cuán grandes eran las dotes que escondían.
Después, al verles en la calle, fuera del teatro, al disfrutar de la colla de chicos catalanes de verdad, percibir cómo se llevaban entre ellos, cómo se iban a cenar tan contentos y cómplices, constaté con rabia y envidia cómo yo nunca tuve eso. ¿Quién me lo robó? No sé. Pero a su edad, entre los veinte y los veinticinco no gocé de ese crecimiento personal, de esa forma de complicidad, de esa verdad dentro y fuera del escenario. Lo peor de todo es que yo ya sabía entonces que me lo estaba perdiendo. Y no supe qué hacer para remediarlo. No encontré a mis chicos de Historia para girar año y medio con ellos, aprender a conocerme, a ser persona, a madurar, a vivir esos mejores años de una vida, irrepetibles.

II - La cuestión es que mi amigo Xavier Villaverde, imagino que ayudado por el director de casting Pep Armengol, dio el personaje protagonista de 'El sexo de los ángeles' a Llorenç. Una película, por muchos motivos, muy especial para mí. De este modo, Llorenç se ha convertido en Bruno. Objeto de deseo arrebatador, tanto para su encantadora chica, como para su profesor de kárate, Rai, encarnado por Álvaro Cervantes, un joven con ganas de experimentarlo todo. Y uno que se alegra tanto de verle en este rol.  

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