Lo disfrutamos un centenar de privilegiados. Sucedió a medianoche del domingo, cuando los móviles con los que algunos de los asistentes que trataban de apresar el momento marcaban el dígito del lunes 20 de abril. Acababa el primer pase con público del documental ‘Un instante preciso’, realizado por Manel Huerga sobre la gira de Jorge Drexler por siete localidades cercanas a Barcelona.
Para quien suscribe, la música de Jorge Drexler es la que mejor ha cantado al amor correspondido en lengua castellana desde Serrat. Aunque en la película también se permita hacer algunos pinitos en catalán.
Lo que vivimos en el cine Albéniz, con Drexler presente, fue mágico. Porque sus melodías contienen toda la hondura para reactivar el cataclismo emocional, y sus acordes, aparentemente tan sencillos, el detonante suficiente para hacer aflorar al lacrimal lo que no está en los escritos. Para el amor no correspondido ya están los músicos brasileños, los mejores del mundo. Para todo lo demás, para la felicidad de la buena, la química, el tránsito, la simbiosis, el viaje compartido, en el siglo XXI, están Drexler y muy pocos más.
Manel Huerga, aristócrata del audiovisual, congenió con el músico uruguayo, y compuso un poema audiovisual perfecto. De esos que van muy por delante. Que sacan a los de Carlos Saura, es un poner, dos siglos de distancia. Las texturas, las cadencias, las mezclas de cada secuencia, todo es prodigioso en ‘Un instante preciso’. Una película que se disfruta más cuanto más se ve. Un cine que se escucha. Un salvavidas para los decepcionados y los escépticos. Un canto al amor, lo único importante. Lo único. Quien lo probó, lo sabe.
Para quien suscribe, la música de Jorge Drexler es la que mejor ha cantado al amor correspondido en lengua castellana desde Serrat. Aunque en la película también se permita hacer algunos pinitos en catalán.
Lo que vivimos en el cine Albéniz, con Drexler presente, fue mágico. Porque sus melodías contienen toda la hondura para reactivar el cataclismo emocional, y sus acordes, aparentemente tan sencillos, el detonante suficiente para hacer aflorar al lacrimal lo que no está en los escritos. Para el amor no correspondido ya están los músicos brasileños, los mejores del mundo. Para todo lo demás, para la felicidad de la buena, la química, el tránsito, la simbiosis, el viaje compartido, en el siglo XXI, están Drexler y muy pocos más.
Manel Huerga, aristócrata del audiovisual, congenió con el músico uruguayo, y compuso un poema audiovisual perfecto. De esos que van muy por delante. Que sacan a los de Carlos Saura, es un poner, dos siglos de distancia. Las texturas, las cadencias, las mezclas de cada secuencia, todo es prodigioso en ‘Un instante preciso’. Una película que se disfruta más cuanto más se ve. Un cine que se escucha. Un salvavidas para los decepcionados y los escépticos. Un canto al amor, lo único importante. Lo único. Quien lo probó, lo sabe.
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