No es que yo sea muy exquisito. Pero la interpretación que hace Hélène Grimaud del concierto nº 2 para piano y orquesta de Rachmaninov me sabe a poco. Y es que parece difícil hacer frente a una obra tan grande. Estar a la altura. Aun así, es un deleite. Siempre es un deleite. ¿Cuántas veces en la vida podré escuchar en vivo esta partitura? Contabilizando una al año, que ya es tirar por lo alto, tampoco quedarían tantas.
martes, 13 de octubre de 2009
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