Tengo mil horas para mí. Sólo pensarlo abruma. Menuda responsabilidad. Cuando paso por las puertas del Teatro Principal y veo el este cartel reparo en ello. Desde este domingo 25 de julio hasta el domingo 5 de septiembre en que tomaré el tren de vuelta, tengo seis semanas para mí fuera de casa. Cuarenta y dos días. Mil treinta horas. En las que no quiero vegetar. En las que además de no pasar calor quisiera producir.
martes, 27 de julio de 2010
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