Hablamos mucho de la crisis. Demasiado. Para mí la única crisis es la que provoca el paso del tiempo. Ese tiempo que se fue para no volver. A quien le quede un resquicio de duda, que mire a la juventud. Que mire. Que perciba. Que abra sus sentidos a ella.
Ibón y Josu me regalan un chute de felicidad. Se supone que son ellos, recién licenciados hace tan solo tres meses, con el abismo por delante, las víctimas de la tan cacareada crisis. Pero no creo que haga falta que Juan José Millás editorialice esta imagen para evidenciar que de víctimas, nada. Que si hay algo que rebose en ella es vida, energía, salud, y mi palabra preferida, complicidad. A lo mejor lo de la crisis se lo han de mirar los jefes de negociado que andan muy cabreados porque les han congelado el sueldo.
Es curioso, pero esta estampa me remite a la de aquella otra con los actores de 'The History boys'. Veo a Ibón y Josu, y es como si estuviese viendo a Nao Albet con Jaume Ulled. Y eso es un torrente de vida. De esa que todo lo puede. La que arrasa y aniquila los virus y las depresiones. Que falte esta vitalidad, este impulso, que llegue el deterioro físico, eso sí que es grave, y no los asuntos del dinero.
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