lunes, 30 de abril de 2012

CALIDAD DE VIDA

En esta foto casi todo es mentira. Las vallas son una mentira de quita y pon, que en horas desaparecerán de la calle con la misma facilidad con la que fueron puestas, lo que anuncian esas vallas todavía es más mentira, las luces y las sombras de la hora hacen que lo poco que se adivina del mercado, y hasta de mi rostro, por fantasmagórico, también sean dudosamente reales. Lo único verdadero en todo esta imagen, y por eso no sé si el fotógrafo que la captó estuvo muy certero en el encuadre, es la mirada de Fernando. Sí. Porque Fernando es una de esas personas notabilísimas. De corazón grande. Uno de esos seres especiales e inclasificables, tan poco de los asuntos de aquí, tan mucho de los asuntos de acullá, y con una madurez tan exacerbada, que me atrevo a decir que sólo compartiendo los días y las noches con alguien así, el concepto calidad-de-vida, tan manido, tan manoseado, podría ser empleado en toda su extensión. En su defecto, en ausencia de Fernando, un día y otro y otro, y así los años que dura una vida, el intento de existencia plena es cosmética, relleno, parche, remedo. Un simulacro de lo que pudo haber sido y no fue. Y es duro. No lo dudéis, queridos amigos, ni un instante. Muy duro.   

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