Mi casa, ya se sabe, es una pensión. Salgo a las ocho de la mañana y sobrevivo por ahí, distraído, hasta pasada la medianoche. Todo un arte teniendo en cuenta que no hay demasiadas obligaciones. Pero es una gran alegría, abrir el casi siempre telarañoso buzón, a eso de la una de la madrugada, y encontrar a falta de uno dos sobres con logotipos bien conocidos: los de la ECAM de Madrid y la UIMP. Me llegan, a la vez, sendos certificados de los cursos impartidos. Y por unos momentos me vienen a la mente un montón de buenos recuerdos de aquellos días y de aquellas aulas.
viernes, 13 de noviembre de 2009
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