Que la estación ilicitana siga dando terror, que todavía haya vía única y los trenes tengan que esperar y esperar cada vez que se cruzan, que es varias veces por hora, que la línea de cercanías no esté electrificada demuestra un tercermundismo impropio de un eje entre Alicante (320.000 habitantes) y Elche (220.000 habitantes).
Pese a todo, que viva el transporte público.
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