Me agotan los viajes. En mi contencioso contra el tiempo, no concibo malgastarlo en el tránsito. E incluso me planteo la paradoja de para qué voy a ir, si al final tengo que volver, y desandar el camino.
Ejemplo: de plaza de Cataluña a la parada de Sant Joan el trayecto dura 30 minutos. Dos más que el documental que me trae a estas tierras. Sólo durante el trayecto de ida y vuelta en tren de Alacant a Barcelona podría haber visionado en mi portátil todos los '50 años de' que en hasta ahora se han emitido, que son veinte.
Mi sentido del tiempo y del rendimiento del tiempo es muy diferente. Mis ritmos son otros. En diez minutos me caben trescientas palabras, una columna, un texto inteligible, la idea que quiero transmitir.
En cinco segundos me cabe un mensaje, el mensaje más maravilloso del mundo. Y en otros cinco segundos, puedo mirar y asimilar y disfrutar de la sonrisa más enriquecedora que imaginarse pueda.
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