Vuelvo a casa. Llegados a este punto, es lo que toca. Me siento raro aquí, en un Santander lluvioso, un 4 de septiembre. Es la segunda vez que me ocurre. La primera, en el 2000, me quedé toda la semana. Esta vez regreso. A las 7 de la mañana tomo el tren para llegar a Villena a las 3 de la tarde, con el tiempo justo para ver el inicio del desfile, que promete emociones fuertes. 101 bandas de música acompañando a 11.500 moros y cristianos, y después de setenta días seguidos de sol y calor extremo, cambio de tiempo y amenaza de lluvia.
viernes, 4 de septiembre de 2009
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