Mikel Rueda mejora con el tiempo. Es talentoso, tiene una mirada canalla que mata, pero es dulce como el chocolate blanco. Como un Unax Ugalde, pero venido a más. Así de grande es Mikel. Doce festivales hace que nos vimos en el Urumea, y sigue descumpliendo años.
Ah, y rueda pelis a pares, y no es juego de palabras. La primera, por encargo y la segunda, de autor. Las veremos en nada, y yo lloraré con ellas como una madre. Por lo que cuenta y por quién lo cuenta.
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