Ahí está Gerardo Ballesteros. Han pasado dos domingos desde ese 25 de abril a partir del cual el XIII Festival de Málaga empezó a ser un recuerdo. Y sin embargo todavía están ahí las sensaciones y el bagaje.
Aquellos días los amigos me cargaron las pilas. Me sentí muy querido, y supe querer. Por eso pasó lo que pasó. Y es de bien nacido ser agradecido.
La expresión de Gerardo es muy reveladora sobre la sensación de felicidad que cupo, a lo largo de doscientas horas, en el epicentro del festival malagueño.
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