Vivir a caballo entre dos ciudades tiene sus ventajas. Los lunes y martes saco lo mejor del campus de la Universidad de Elche. Los miércoles, jueves y viernes, exprimo la ECAM de Madrid. Caso de vivir solamente una de las dos experiencias, seguramente, el resto de los días me limitaría a las labores de mantenimiento. A lo no relevante. Y el tiempo pasaría volando, preguntándome: ¿pero qué he hecho? Así cunde.
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