La tormenta descargó en agosto. Pero este es el aspecto que ofrece a fecha de hoy la estación de Alicante. La lentitud del aparato público en cuestiones tocantes al dinero wes apabullante. Si fuesen a darse un garbeo por allí Felipe y Letizia, o Camps, o el conseller del ramo, tal vez se hubiesen dado prisa en arreglarlo. Pero no es el caso. Y a los usuarios, que nos zurzan, que estamos curados de espanto contra el feísmo y lo que nos echen.
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