Me pregunto qué tendría que hacer para amortizar quinientas horas de paz. Me pregunto qué haríais vosotros con todo este tiempo para vosotros. Con tantas mañanas. Con tantas tardes, tantas noches y tantas madrugadas. Qué leeríais, qué escribiríais, en qué pensaríais para iros con la conciencia tranquila, sin la sensación de haber perdido el tiempo.
Quinientas horas para mí. Aunque también las de antes lo fueron y las de después lo serán. Al compartimentarlo, el tiempo parece más medirlo. Es susceptible de parecer más fructífero. En El Escorial tuve setecientas horas para mí. Aquí otras quinientas. Pero es que desde principios de agosto hasta Navidad tendré por delante otras dos mil horas para mí solito. A mi gusto. Para invertirlas como quiera.
Por eso quienes me dicen 'por qué no te regalas un tiempecito para pensar' no me conocen nada.
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