En el taller me interesa su concepto de narrativa. Le acusa Marcos Ordóñez que su teatro es demasiado narrativo. Juan se defiende argumentando que la narrativa puede ser en off, cuando la acción se detiene y los personajes cuentan un cuento, o en on, que es la que a él le interesa, cuando los personajes, a través de su discurso, están sacando la navaja. Interpelando, provocando, pinchando.
Juan Mayorga ha pasado el verano en una casa de campo de El Espinar, en Segovia. Con su mujer, profesora de la Universidad Politécnica, y sus tres hijos.
El taller lo imparte en el Faro de la Magdalena. El mismo lugar donde asistí al taller de David Trueba en 2003. También aludía a su familia. Iba y venía tras estar con ellos.
Yo sigo siendo envidioso y susceptible. Y me pregunto cómo algunos pueden tener tanto mientras otros no tienen nada. Juan y David, además de triunfadores, por añadidura, tienen una familia. Una mujer. Tres hijos.
Cuando yo estaba el domingo pasado, y el otro, y el otro, solo solísimo, y lo que es peor, sin demasiadas ganas de estar de otra forma, él estaba acompañado, instalado en lo doméstico, lo cotidiano. Sin darse cuenta, cargando las baterías. Esas baterías que yo no tengo muy claro cómo y dónde recargar.
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