A la salida del teatro, una de la madrugada, la gente se va de marcha. Yo no les acompaño. Me resisto. Prefiero disfrutar del día siguiente con los cinco sentidos. Y para eso necesito dormir mis horas. Pero me cuesta resistirme. Porque todos son conocidos, todos son cercanos, y cuesta ir a contracorriente. Hasta parece una descortesía.
viernes, 24 de julio de 2009
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