jueves, 9 de julio de 2009

SEGUROLA


Hasta hoy no ponía cara a Santiago Segurola. Sólo le leía. Como un referente que va más allá de lo deportivo, convirtiendo los textos en composiciones. Como Carlos Arribas y Joaquín Vidal. Esperaba mucho, y no me defrauda. "Pienso para escribir. No para hablar. Soy muy lento de reflejos. La relación con el papel es mucho más personal. Y más dolorosa".
Pero su discurso es impecable. Lleno de vida y experiencia. Ocurre con los maestros. Me hipnotiza durante casi tres horas. Es a la primera persona que le escucho decir en público que 'El País' no es lo que era, que las vacantes de Joaquín Vidal y Ángel Fernández-Santos no fueron cubiertas nunca, y que en un periódico lo que hacen falta son buenos analistas. Mi primera lección magistral de estos cursos de verano.
Los ponentes le llaman Santi. Yo no tengo la suerte de ser su amigo. Es más, lo más próximo a él es que su rostro me recuerda al de mi médico de cabecera. Sólo que él no expide recetas, sino textos llenos de magia.

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