A Julio y a mí nos unió un taller de escritura con David Trueba en el verano de 2003. Que cinco años y pico después estemos aquí, conectados, es todo un logro.
La tarde alrededor de las figuras de Marco Ferreri y Rafael Azcona es muy gratificante. Primero vemos el documental de Maite Carpio realizado en 2007 para la televisión italiana, después asistimos a la mesa redonda y para terminar a media hora de imágenes recortadas por la censura.
Todo ello en la sala Miguel Delibes, en el sótano del Teatro Calderón, lo que llaman el submarino. Donde la tarde, y es tarde de domingo, pasa volando.
A David Trueba, eso sí, le recoge un taxi a la puerta a las 8 en punto. Se va al AVE. Vuelve a casa. Hace la visita del médico. Y yo, y pido perdón por ponerme dramático, pienso en mi nevera desenchufada, incluso cuando estoy varios días seguidos en Alicante. ¿Habrá una imagen que exprese mejor la ausencia de vida doméstica que una nevera desenchufada?
En contraste a mi situación, David, pudiéndose quedar, pudiendo realizar la vuelta a España en ochenta festivales, se va por donde ha venido, sólo se ausenta de su casa media jornada para acudir a un bolo. Tiene quien le espera. Y una nevera llena. Y patatín y patatán y ya he dicho que no quiero hacer drama. Que su discurso ha sido tan brillante como nos tiene acostumbrados. Que nos hemos reído mucho y ha estado muy bien. Y que se repita pronto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario