Si el jueves fue Pedro Navarro de Petrer, 13 años después, quien me sorprende el día después es Roberto Ortiz de Zárate, que me llama al móvil para verme. Y que aparece con sorpresa. Tiene una niña de siete meses. Tomamos café en el Magnolia, ese clásico. Hablamos de la vida. Él es una de las personas más legales que he conocido. Su mirada no engaña.
Ay, qué lejano ese 1990 que empezamos juntos en su casa de Valladolid, seis años antes de que yo acudiese a la Cátedra de Cine.
sábado, 25 de octubre de 2008
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