Era un antojo. Nada más llegar a la plaza de la Merced, duodécima primavera, duodécimo festival, me he metido entre pecho y espalda en el California un campero y un crepe de chocolate y nata en compañía de Germán.
Un alivio para quienes no creemos en otros dioses.
viernes, 17 de abril de 2009
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