Hay una hora del domingo, entre las tres y las cuatro de la tarde, que es especialmente fatídica. Para los solos, para los solitarios, no sé si también para quienes se sientan solos en compañía, que casi es peor. Para remediarlo, me meto en la sala de cine. Sin cruzarme con nadie. Ni con ningún coche. En un bus solitario. Con un solazo que encandila. El menú de hoy es bastante inconsistente. 'La lista'. 'La casa de mi padre'. 'La duquesa'. Menos mal que, como recompensa, al final está lo bueno. Al final está Haendel. Su 'Mesías' nos redime. Qué coro éste de los niños de Cambridge.
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