Certero, con mirada crítica de la buena, Damián Bulet exprime sus horas en su primera visita al festival malagueño y cuenta lo que ve en una de las primeras crónicas que tengo el placer de leer en estos días de resaca postfestivalera.
viernes, 30 de abril de 2010
BUJALANCE
5 MINUTOS
PREMIADOS
JO SOL
FONT GARCÍA
ERIC FRANCÉS Y DAVID MARQUÉS
CARLOS MARTÍN FERRERA
DAVID MARTÍN PORRAS
MARTA ALEDO
PALMA USAGRE
SERGIO RÍOS
LUIS DE VAL
COLUMNAS PUBLICADAS EN ABRIL 2010
NI BIEITO NI RIGOLA
ANTONIO SEMPERE
Qué raro es todo. A poco que sepas mirar con un poco de distancia, ves prodigios insólitos. Basta con desconectar el interruptor de la rutina. La Semana Santa ofrece muchas estampas que, con la fuerza de la costumbre, parecen haber anestesiado nuestras retinas. Pero no por ello dejan de impactar.
Me detendré en una del pasado lunes, sucedida en el barrio del Parador de la localidad almeriense de Roquetas de Mar, donde tenía lugar el relevo del turno de guardia por parte de los legionarios que velaban a un Cristo de la Buena Muerte.
Ni Calixto Bieito ni Álex Rigola podrían superar algo semejante. Tú vas con toda la buena fe del mundo a un festival de danza contemporánea en busca de emociones fuertes, y no encuentras nada comparable a lo que se ve en ese templo de Roquetas en esa tarde-noche.
Francamente insuperable. El verano pasado, sin ir más lejos, presencié en el Auditorio de El Escorial una versión de ‘Carmen’ en la que Bieito plagaba el escenario de legionarios. Nada comparado con la coreografía de vista y oída este lunes. Enchufar el ‘Andalucía directo’ al caer la tarde era como asomarse a esas piezas de ‘La mandrágora’ en sus buenos tiempos.
Pero lo dicho, la retina llega a acostumbrarse, y deja de ver lo que pasa para comenzar a ver lo que ha codificado previamente. Por eso, sólo por eso, si lo visto y oído en Roquetas fuese hallado por el diletante en el escenario del encuentro de escena contemporánea, aderezado por la iluminación adecuada, saltaría la polémica. Firmado por Angélica Lidell, lo amarían u odiarían. Así, sólo es material de magacín.
REIVINDICANDO A BACH
ANTONIO SEMPERE
Antes de antes, llegadas estas fechas, no pasaba un Viernes Santo sin un oratorio de Bach que llevarnos a la boca. Y es que La Primera tenía la buena costumbre de cubrir una parte de su programación matinal del día festivo, por lo general, con ‘La Pasión según San Mateo’, ese prodigio al que deberíamos regresar, como mínimo, una vez al año.
Cambiaban las versiones, cambiaban los escenarios, pero podíamos estar tranquilos porque, llegada la mañana del Viernes Santo, sabíamos que la televisión volvía a reconciliarnos con la vida y a reconfortar nuestro espíritu. De eso hace tiempo, demasiado tiempo. Resulta paradójico que con la multiplicación de la oferta y la ampliación de las señales, no hay sitio para la música clásica ni siquiera en fechas como las que celebramos.
Parece como si la música clásica perteneciese al mundo de lo analógico, y a medida que se ha introducido lo digital en nuestras vidas todo se ha vuelto más y más banal. Qué buena metáfora que este Viernes Santo sea el día establecido para llevar a cabo el apagón oficial.
Lo deseable sería no tener que esperar a una Semana Santa para regresar a Bach. Lo deseable sería que sus cantatas y oratorios estuviesen a nuestro alcance, a través de la televisión, en cualquier periodo del año. Pero al no ser así, antes nos quedaba el consuelo de que, allá por Navidades tocaba ‘El Mesías’, y Haendel nunca nos fallaba, y por Pascua, algún oratorio. Tal vez todo ello ocurría por puro voluntarismo, por puro sentido común de alguien que tenía ciertas responsabilidades y obraba en consecuencia.
Lo peor de todo esto es que quienes ahora deciden parecen haber perdido ese sentido común. Porque prescindir de la música de Bach en días como hoy, cuando el programador tiene la coartada perfecta para integrarla en la parrilla sin que a nadie llame la atención, es perder una ocasión de oro. Ya no pido vertebrar una programación monográfica como las de antes. Sólo reivindico un hueco para Bach en la televisión estatal. Sólo eso.
DESPUÉS DEL APAGÓN
ANTONIO SEMPERE
Pepa Fernández y Carles Mesa han tenido el detalle de invitarme a participar en la tertulia que ‘No es un día cualquiera’ dedicará este sábado Santo, al apagón analógico. Todo un honor, que se convierte en auténtica responsabilidad al saber que los contertulios son nada menos que Eladio Gutiérrez y Ricardo Vaca, verdaderos maestros en la materia de los que tanto aprendo en sus ponencias de los cursos de verano de la Complutense en El Escorial.
¿Cuál es mi diagnóstico ante el apagón? ¿Qué voy a contar a Pepa y a los escuchantes en esos minutos que pasan en un santiamén cuando se está tan a gusto? Al menos, quiero dejar una idea clara. Que de la cantidad no viene la calidad. Que la multiplicación de la oferta no nos hace más felices. En definitiva, que la TDT nos ofrece una mejor calidad técnica en la señal de la imagen y el audio, y eso es algo indiscutible, pero que la proliferación de tantos canales secundarios no aporta nada de nada.
Quiero resaltar el peso específico de los canales de la televisión estatal, eso sí. La oferta de TVE en la TDT, sumada a la ausencia de publicidad, hace que tanto cualitativa como cuantitativamente ésta se desmarque del resto. No sin mostrar el temor de esa posible fusión entre La 2 y el Cultural.es que planea en el horizonte, y a la que el diario ‘El País’ parece haberse adelantado cuando ha llegado a desplazar la parrilla de la programación de aquella entremezclada con los canales temáticos. Creo que si llegara a decir todo eso sería suficiente, más que suficiente.
DEFENSA DE LA PÚBLICA
ANTONIO SEMPERE
Dicen que la cabra tira al monte. Por eso cuando, acuciado por la falta de tiempo, Pepa Fernández me pide en ‘No es un día cualquiera’ una valoración sobre el consumo televisivo con la nueva TDT, barro para casa. Hacia mis dominios. Y defiendo la televisión pública. Afirmo que cualitativamente no hay oferta que se le resista. Expongo las líneas maestras de la tesis doctoral, que versa sobre las relaciones de la prensa escrita con la televisión estatal, muy bien valorada por los críticos, bastante menos ponderada en los titulares y las informaciones, que priman los programas de cadenas afines a sus respectivos grupos mediáticos.
Y pongo un ejemplo significativo. El del diario ‘El País’, que ha arrinconado la parrilla de la programación de La 2 entre la oferta de los hasta ahora llamados canales temáticos, de manera que a la derecha de la columna de La 1 sólo se pueden leer las de Antena 3, Cuatro, Telecinco y La Sexta.
Me llama la atención que los contertulios que acuden a la mesa de debate, verdaderos referentes en la materia, no hayan reparado en esta omisión. El presidente de la Academia Manuel Campo Vidal, el de Impulsa TDT Eladio Gutiérrez y el responsable de Barlovento Comunicación Ricardo Vaca no han caído en la cuenta de este cambio en la penúltima página de ‘El País’.
Y me parece muy significativo. Me afianza en la idea de que la cabra tira al monte. En cómo es posible que un servidor tenga un radar especial para detectar este tipo de detalles. En los mecanismos por los cuales algo nos atrae o no. Y corrobora en que lo mío es un destino, una vocación. Algo inevitable.
37 AÑOS
ANTONIO SEMPERE
“Hay que tratar de que quien quiso ser Nueva York no se convierta en Benidorm”. Con estas palabras de Alfredo Amestoy, presidente de Amigos de la Gran Vía madrileña, que hoy celebra su centenario, finalizaba el cuarto y último reportaje del ‘Informe semanal’, firmado por Juan Antonio Tirado. Un reportaje en el que pudimos escuchar a Javier Bergia cantando en Callao, a Lorenzo Díaz recordando las excelencias de la Gran Vía en Chicote, a José Luis Garci añorando lo que algún día fue y ya no es.
Busquen y comparen. Ahora es posible hacerlo. Busquen y comparen las distintas versiones televisivas que nos han ofrecido programas pegados a pie de calle cuando visitaron la arteria madrileña. Desde ‘Callejeros’ hasta ‘Comando actualidad’. No digo que lo que nos ofrecieron en Gran Vía fuese malo. Sólo deseo constatar hasta qué punto ‘Informe semanal’ continúa marcando la diferencia y siendo fiel a sí mismo. También en esta entrega en la que cumplió sus 37 años.
El mejor de los homenajes que pude hacerle como espectador fue verlo con delectación. Esperar su emisión durante toda la jornada, y una vez caída la noche del Sábado Santo, disponerme a disfrutar como si fuese la primera vez. En esa actitud mixta que tanto me gusta que es mitad escucha, mitad aprendizaje. Con los sentidos expuestos.
Así, en el primer reportaje sobre el debate entre animalistas y taurinos Teresa Rodríguez volvió a sacar lo mejor de sus esencias. Mayte Pascual narró en un tiempo presente muy significativo el encuentro de Mujeres en Valencia. Alicia G. Montano dignificó el género con un reportaje 10 sobre la ruta del tambor del Bajo Aragón. Y como espectador, valoré la excelencia.
ARRUGAS
ANTONIO SEMPERE
No tuvo demasiada suerte en su primera y hasta ahora única emisión la serie documental ‘España, entre el cielo y la tierra’, que llegó a los espectadores durante los domingos por la tarde de un tórrido verano. Ahora vuelve a hacerlo en un horario diferente, sin moverse del domingo, pero en la franja que va delante de la primera edición del Telediario.
Vaya por delante que la serie duplica el minutado de otros experimentos como ‘A vista de pájaro’ o ‘Ciudades para el siglo XXI’, lo que ralentiza bastante su ritmo, en este caso de verdadero viaje reposado.
En lo primero que reparé hoy, como aquel verano tórrido, fue en el paisanaje que se cuela entre el paisaje cuando las cámaras se pasean por las calles de los pueblos a ras de tierra. Y sobre todo, en los rostros llenos de arrugas de aquellas lugareñas que hicieron de las puertas de su casa y del bordillo de su acera una prolongación de su sala de estar.
Rostros de mujeres y hombres, los de la primera entrega ubicada en la Mancha, que dudo mucho hayan visto en su vida una película de Stanley Kubrick o hayan entrado a presenciar una ópera. Rostros de gente que jamás habrán ido a un teatro, que se van de este mundo sin haber escuchado un oratorio de Bach. Personas a las que no ha dado tiempo a adentrarse en los vericuetos de Internet, pero que tampoco han sabido mucho de libros, ni de músicas, ni de cuestiones que fuesen más allá de esas que llamamos de mantenimiento, labores manuales y procreación.
Rostros que, seguramente, han conocido el noventa por ciento de la información relativa a lo que pasa en el mundo a través de la televisión.
ÍÑIGO
ANTONIO SEMPERE
Los días pasan y he de reparar la deuda con José María Íñigo y la entrega que protagonizó en ‘Volver con’. En lo referente a este comunicador, todo es prodigioso. Desde su voz y su temple, hasta la prolija carrera desarrollada durante cinco décadas ininterrumpidas en todos los frentes. Regresar a ese ‘Volver con’ es hacer justicia. Y acompañarle por las calles de su Bilbao, desde el teatro Arriaga en el que trabajaba su padre, un verdadero placer.
No deja de ser significativo que José María se haya recluido voluntariamente durante estos últimos tiempos en la radio. Pocos como él lo han sido todo en el mundo de la televisión. Pocos, de los que permanecen en activo, han alcanzado audiencias millonarias durante tanto tiempo. Y los pocos que lo lograron y siguen, y sin querer señalar a nadie pongamos como ejemplo a Mercedes Milá, están como están.
Por eso parece tan sabia la decisión de José María Íñigo, en quien permanece intacta su capacidad de comunicar, pero que estima oportuno hacerlo en otras vías menos agresivas. La verdad es que su autoridad moral es incuestionable, hasta el punto de que muy pocos pueden igualarle. Si no fuese tan prudente, seguro que podría hablar y mucho de la televisión de antes y de la de ahora, apostillar sobre todos los excesos que se están produciendo.
También es muy significativo que una de las escasas reapariciones televisivas tuviese que ser precisamente en ese programa en el que John Cobra se manifestó como todos recordamos. Ahí estuvo José María Íñigo, raudo, a la altura de las circunstancias, poniendo las cosas en su sitio. Con sus toneladas de autoridad moral. Como en ‘Volver con’.
ALGO PEQUEÑITO
ANTONIO SEMPERE
Fue en ‘RTVE responde’ donde se mostró el makinf off del videoclip con el que se va a lanzar la canción ‘Algo pequeñito’ en Europa. Pudimos ver al director del trabajo, Santiago Tabernero, disfrutando como un niño en las inmediaciones de la Casa de Campo. No puede decirse que Tabernero no disfrute con lo que hace. Todo lo contrario. Si bien es cierto que puede haber algo de posibilismo. Pero así es la vida. Ahí está la base de la felicidad. En ser capaz de sacar todo el partido posible a lo que se hace.
Algo, me temo que mucho, saben de felicidad Santiago Tabernero y su pareja, Paz Sufrategi. Cuando he tenido ocasión de charlar con ellos siempre he captado, a través de ese sexto sentido que nunca falla, cómo son personas con una tendencia innata a vivir la vida intensamente.
No es casualidad que el propio Santi Tabernero anduviese detrás de un proyecto sobre salud emocional, un programa televisivo concebido al alimón con ese doctor en la materia que es Álex Rovira. A pesar de lo bien que nos habría venido a todos un formato de estas características, nos tenemos que conformar con ‘Redes’ y alrededores.
¿Y Tabernero, está triste por ello? Para nada. A juzgar por el trabajo realizado para el videoclip de Daniel Ciges está viviendo una primavera feliz. Se nota a una legua que Ciges es muy buena gente. Y al final, para personas con la inteligencia emocional de Tabernero, no hacen falta enormes despliegues para alcanzar la realización personal. A lo mejor algunos llaman a eso hacer de la necesidad virtud. A lo mejor. Lo sea o no, no se trata de algo pequeñito.
NI IDEA
ANTONIO SEMPERE
Fue bastante reveladora la encuesta que realizaron en ‘El intermedio’ a los adolescentes que aguardaban a las puertas del concierto de Tokyo Hotel en el Palacio de Deportes de Madrid. Les preguntaron su opinión por el sumario del caso Gürtel. Ni idea.
Preguntaron a uno y a otro y otro, a las que llevaban el pelo teñido y a las que no, a los que se expresaban con acentos del sur y a los que parecían muy del centro. La respuesta siempre fue la misma. Ni idea. Para completar la encuesta, se les presentó un tríptico con las fotografías de tres dictadores para que señalasen cuál de ellos era Franco. No atinaron una. Cuando ellos nacieron, él ya no estaba, se excusaron.
Contrastó este pasotismo, este no sabe, no contesta, con la entrega que pusieron todos los medios a la hora de mostrar fragmentos más o menos chocantes del sumario. La capacidad para ahondar en los pormenores, en las anécdotas.
Estamos de acuerdo en que noticia es aquello que alguien no quiere que se sepa, pero a estas alturas no hay nadie, salvo estos adolescentes a las puertas del concierto de Tokyo Hotel, que no sepa. Por mucho estupor que me cause el susodicho sumario, tanto o más me lo produce conocer los sueldos de tantísimos asesores de cargos públicos que cobran, con la más absoluta normalidad y sin que se convierta en noticia, sus dos mil eurillos mensuales, así sea invierno o primavera, llueva o haga sol.
O que esos adolescentes que no saben qué es el caso Gürtel tampoco sepan quién fue Luis Cernuda, ni les suene Javier Rebollo, ni hayan ido al teatro una sola vez. Creo que eso me preocupa más.
VÍSPERAS
ANTONIO SEMPERE
Abogan los autores de libros de autoayuda en vivir el carpe diem. El pasado quedó atrás y el futuro todavía no es, dicen con aplastante elocuencia. Sólo existe el presente. El aquí y ahora, y ese es el que hay que vivir con intensidad.
Y un pimiento, añado yo. Y es que no hay dos personas iguales. Por lo que las fórmulas magistrales que sirven a unos descolocarán a otros de la misma especie. Comprendo la idea del carpe diem, y trato de vivir el momento, claro que sí. Pero a mí me quitan lo que ya pasó y lo que está por llegar y dejo de ser yo y empiezo a imaginarme como un vegetal, como una de esas palmeras levantinas a las que ahora canta Serrat. Plantada ahí en medio, y ya está.
Me encuentro contando las horas para iniciar la décimo tercera edición del Festival de Cine de Málaga. Yo no sería yo sin los otros doce. Las vivencias de aquellos ciento veinte días vividos en las inmediaciones del Teatro Cervantes caminan conmigo. Cada encuentro, cada película, cada coloquio, cada una de las fotos, forman parte de mi ADN, que se completa cada día.
Del mismo modo que lo que venga en esta nueva edición formará parte de mi bagaje con el que enfrentarme al futuro inmediato. Cómo no voy a ser futuro. Cómo no voy a proyectar. Los frutos del Festival de Málaga germinarán en mis clases de cine, bien a los alumnos de la licenciatura de Periodismo en Elche, bien a los alumnos extranjeros que vengan a aprender nuestra cultura en los Cursos de Verano de la UIMP de Santander. También en numerosos mensajes y llamadas de dentro de un mes, dos, tres. Carpe diem, sí. Pero con un pasado y con un futuro. Gozando las vísperas.
UN PROGRAMA EN SERIO
ANTONIO SEMPERE
Si tuviese que hacer un programa, creo que lo titularía ‘En serio’. No porque fuese un formato sesudo ni aburrido. Ni muchísimo menos por incordiar. Sólo por contraste. Por contrarrestar, a estas alturas, la enorme banalidad que inunda la pequeña pantalla. En serio. Me gustaría hacer algo en serio. Porque cuando me siento frente al televisor, estoy harto de encontrarme con una clave impostada, esa que tiene el mundo del jijijaja por ideario sublime.
Me gustaría participar, consumir, degustar, algo serio. Qué raro soy. Estoy harto de que todo sea tan trivial. La Sexta, en su conjunto, saca pecho siéndolo. Ahora han lanzado un lema publicitario en el que prometen seguir siendo jóvenes. Como si juventud sólo fuese sinónimo del jijijaja. Vaya contrasentido. Lo peor es que no es necesario acudir a una cadena tan joven para encontrar ese tono liviano. A poco que naveguemos por otras latitudes, todo es lo mismo. O primo hermano. Como si en el libro de estilo de cada casa estuviese prohibida la profundidad. Como si la enjundia y la chicha no fuesen capaces de casar con el entretenimiento.
Detengámonos un momento en el caso del nuevo late night de Cuatro, titulado ‘Uau!’. De acuerdo que un late, por definición, no es un programa cultural. Pero de ahí a convertir su espacio y sus contenidos en lo más parecido a un antro, hay un trecho. Si el primer programa, con Pilar Rubio, fue una declaración de principios, vaya pena.
Todo se resume en una palabra: fuste. Si tuviese la ocasión, me gustaría hacer televisión con fuste, del mismo modo que me gusta consumir contenidos televisivos que lo contengan. Sin fuste no hay vida, ni entretenimiento posible. Porque sin fuste no hay complicidad. Y claro, habrá quienes defiendan que en la televisión del jijijaja pueden encontrar complicidad, y complicidad de la buena. No es mi caso. Por eso afirmo que si tuviese que hacer un programa lo titularía ‘En serio’. Como una declaración de principios. Con sentido del humor, cómo no. Pero en serio, siempre en serio.
ÉXITO
ANTONIO SEMPERE
Encuentro a Borja Vilaseca junto a Antonio San José en ‘Cara a cara’. Con la excusa de presentar su nuevo libro ‘El principito se pone corbata’, invitado y anfitrión charlan sobre las bases del éxito empresarial e individual. Dice Borja Vilaseca, joven pero sobradamente preparado, y no es un epíteto vacuo viendo y escuchando a este periodista de curriculum brillante, que el éxito no está en lo que tienes, ni siquiera en lo que haces, sino en lo que eres. Argumenta Borja, con una seguridad incontestable, que después del éxito siempre llega el vacío, porque las expectativas que te habían prometido nunca quedan colmadas del todo, y porque después del desgaste experimentado en conseguir un fin, el día después de haber logrado el objetivo siempre es el de ‘y ahora qué’.
Postula Vilaseca una máxima que resume buena parte de su obra: llegará el día en que cambiaremos el dios del dinero por el dios de la felicidad. Para llegar a tal conclusión el autor se curtió realizando entrevistas muy personales a los empresarios con más peso. Trabajaba en la sección de Economía de ‘El País’ y decidió insuflar humanismo a sus páginas.
Viendo y escuchando la vehemencia con la que Borja Vilaseca traslada sus ideas en la mesa de ‘Cara a cara’ uno, en su humildad, repara en que hace mucho, muchísimo tiempo, llegó a tales conclusiones. Hace mucho que cambio el dios del dinero por el de la felicidad. Pero, aviso a navegantes, y eso es lo que le hubiese dicho a Borja en aquel instante: el día del cambio, y de un cambio que debe ser radical, es sólo un principio, no un final. Y a partir de ese día hay que navegar a contracorriente. Conste en acta.
CRÍTICOS
ANTONIO SEMPERE
Málaga acoge el primer Congreso de Crítica Cinematográfica. Me pregunto cuántos años tendrán que pasar para encontrarnos con uno dedicado a la Crítica Televisiva. Lo más parecido, por ahora, han sido los encuentros que tuve la dicha de organizar en los Cursos de Verano de la Complutense en El Escorial, con varios columnistas en ejercicio.
Por tradición y por años, la crítica cinematográfica puede ser abordada desde una perspectiva académica, y trabajos científicos sobre el particular no faltan, mientras la crítica televisiva todavía anda en pañales. Así, mientras los críticos cinematográficos, llegado el momento de celebrar un Congreso, auspiciado por el Festival de Cine y coordinado por el equipo de la revista Cahiers du Cinema con Carlos F. Heredero a la cabeza, se esfuerzan en sacar pecho por salir en la foto, y se sienten honrados por ser y por estar, y la verdad es que falta mesa para acogerles a todos, choca establecer cualquier comparativa con los hacedores de la crítica televisiva.
Cabeceras nacionales como ‘El Mundo’, ‘Abc’ o ‘La Razón’ renegaron del género hace un par de años. En el nuevo diario ‘Público’ sólo Roberto Enríquez, en unos pies de foto de la Contra, apunta sus líneas de opinión en un tono más o menos divertido. Mientras que los firmantes de las columnas de opinión en ‘El País’ se aprestan a dejar claro la crítica televisiva no es lo suyo. Enric González cubrió su año y se marchó de corresponsal a Jerusalén. David Trueba ejerce de David Trueba y se resiste a ser etiquetado como crítico televisivo.
Me da envidia ver la actitud de los asistentes a este Congreso malagueño. Ninguno de sus asistentes duda sobre su adscripción. Soy crítico de cine, y eso me honra. Para cuándo
con la televisión.
VOCES
ANTONIO SEMPERE
Escuchando ‘Ciudades para el siglo XXI’ descubro la voz de Esteban Massana. No es la de Richard del Olmo, por lo que al principio me suena extraña. Pero relata la ciudad de Palma de Mallorca con un pulso que me va cautivando. Por eso anoto el nombre al final de la entrega. Esteban Massana. Le seguiré la pista.
Los actores de doblaje son un potosí. Realizan un trabajo complicadísimo que algunos critican. No seré yo uno de ellos. Contamos con unas voces privilegiadas y con unos actores especialistas de una notable reputación. Que tienen que lidiar con la extendida teoría de que todo lo que esté fuera de la versión original subtitulada es una traición, un fraude a la obra original. Pues bien, por muy políticamente incorrecto que parezca, y como perteneciente a esa generación que no tuvo la suerte de criarse en el bilingüismo, y de viajar en verano a los países anglosajones, defiendo a nuestros actores de doblaje.
Los trabajos de Camilo García, Jordi Brau, Miguel Ángel Jenner, Arsenio Cornellas, Montse Montalá, Conchi López, Mar Bordallo, de tantos otros, son tan competentes, que nadie debería cuestionarlos. Claro que lo ideal es que todos entendiésemos las voces originales en las lenguas en que las películas fueron rodadas. Pero sucede que no es así. Y para empezar, los subtítulos son manchas en el encuadre. Cuando vemos en un festival una película española subtitulada en inglés podemos comprobar hasta qué punto esto es así. Los subtítulos molestan y siempre será mejor una copia ‘limpia’ que una subtitulada.
Pensaba en todo eso escuchando a Esteban Massana en ‘Ciudades para el siglo XXI’. Y en el documental de Alfonso Suárez sobre el particular. Aunque el debate siga abierto.
NO SOMOS NADIE
ANTONIO SEMPERE
Causa y efecto. Siempre hay una relación de causa, efecto. Las poderosas imágenes que han ofrecido estos días todas las televisiones con la nube negra provocadas procedentes del volcán islandés, derivaron en otros, no menos insólitas, como las de terminales de un aeropuerto como el de Heathrow vacías. Es la relación causa-efecto ejemplificada con una elocuencia difícilmente superable.
Qué bien nos vienen estos fenómenos tan contundentes a los escépticos, a todos los que somos etiquetados como bichos raros, encapsulados en nuestra burbuja zen teniendo que lidiar cada día como si nada en plena sociedad occidental.
¿No veis cuán pequeños somos?, nos dan ganas de gritar en ocasiones como ésta. Juristas y políticos, presidentes y cohortes, asesores y simpatizantes, ¿de qué vais?, ¿qué os habéis creído?, ¿no veis cómo no somos nadie? Alborotadores y descerebrados, kamikazes y decepcionados, de verdad que no merece la pena.
Por más que estemos inmunizados, miras los Telediarios, y siempre llega un momento para la perplejidad. Para ver como si fuera la primera vez que ves, escuchar algo que te afecta y te toca como si nunca hubieses escuchado algo igual. Es la nube. Son los funerales en Polonia. Serán los tribunales. O un gol de Messi. Que estímulos no faltan.
Por eso me alegro, tantísimo de que mi capacidad de asombro permanezca intacta. De ser impresionable. Hasta de ilusionarme. Con toda la que está cayendo. Y es que ilusionado comienza a ser un término sagrado, con el que no hay que jugar. La capacidad de ilusionarse lo es todo: el motor de la vida. En eso no se cumple la ley de causa y efecto. Que uno se puede ahogar en vasos de agua, y salir airoso navegando sobre tempestades. De verdad de la buena.
EXCELENCIA EN LAS ONDAS
ANTONIO SEMPERE
Éste no será un domingo cualquiera. El reinado de Pepa Fernández llega a su edición número mil. ‘No es un día cualquiera’ totaliza quinientos fines de semana alcanzando lo más parecido a la excelencia radiofónica. Tanto es así, que no han sido pocos los días en los que he echado de menos ver el programa a través de la televisión. Bastaría con televisar la radio, este tipo de radio, para que saliésemos ganando en el cambio. Visto lo visto, un programa como el aludido forma, informa y entretiene mucho más que bastantes espacios televisivos. De acuerdo que cada medio tiene sus reglas. Pero no vendría mal a ciertas rincones de la televisión recuperar el espíritu de la mejor radio. Imaginativa y moderna, culta a la par que entretenida, vigilante del buen uso de la lengua, abierta a la participación, y siempre, siempre, presidida por un humor inteligente y toneladas de sensatez.
Durante quinientos sábados, pero sobre todo durante quinientos domingos en el caso de los solitarios, de los nones como quien suscribe, ‘No es un día cualquiera’ ha aliviado pesares, provocado sonrisas cómplices, incitado a la reflexión. La lista de quienes lo han hecho posible sería larguísima. Pero no me resisto a citar algunos hombres como los de José María Íñigo, Nieves Concostrina, Ángel Pavlovsky y Juan Carlos Ortega. Tan distintos y tan geniales. Con todos estoy en deuda. Porque todos me han ayudado a sobrellevar domingos solitarios.
Pero quien ha obrado el milagro no es otra que Pepa Fernández, la jefa, el elemento aglutinante, que ha sabido rodearse de los mejores. Y un equipo de bandera, con el excelente Carles Mesa de segundo de a bordo. Los escuchantes de la radio pública estamos de fiesta.
CUESTIÓN DE MOVIMIENTO
ANTONIO SEMPERE
El pasado mes de octubre coincidí en el jurado del Festival de Cine de Pamplona con Gema Hassen-Hey. Tal vez por su nombre no le pongan cara, aunque si les digo que es una chica rubia que ganó cuatro medallas den los Juegos Paralímpicos en la modalidad de esgrima y que incluso es capaz de bailar rap desde su silla de ruedas, puede que empiecen a atar cabos. Recuerdo que Gema siempre sonreía. Que no perdía detalle. Salía, entraba, llegaba a las comidas la primera, se iba la última. Contemporizaba con todo el mundo. Se fotografiaba como la que más.
Gema presenta todos los lunes en La 2 ‘El mundo se mueve contigo’, que se emite dentro del contenedor ‘Para todos la 2’. De acuerdo que no es un programa que bata records de espectadores. Aunque motivos habría de sobra para que esto sucediera. El ánimo que le ponen desde la presentadora hasta el último de los participantes es contagioso.
Al conocer a personas como Gema Hassen-Bey cuestiono los conceptos de la acción y la inacción, y se me hacen presentes todas esas veces que me frena pensar que no puedo, no seré capaz, no merece la pena y quedo inmovilizado por los acontecimientos. En el fondo algo tengo en común con Gema. Ambos sonreímos todo el rato. Cuando íbamos al comer al restaurante de la trasera del Teatro Gayarre, o en la lectura del palmarés en el escenario del Civicam, siempre estaba la primera. La ausencia de elevadores era suplida con naturalidad con los brazos de los que, desde el primer momento, nos convertimos en sus amigos. Con ella entendí, de un plumazo, que el mundo se mueve con nosotros.
ANÓNIMOS
ANTONIO SEMPERE
El jueves tuvimos la ocasión de seguir en riguroso directo y con todo lujo de detalles la transmisión del funeral de Juan Antonio Samaranch a través de uno de los canales de la Corporación pública, concretamente el 24 Horas. Si preguntásemos quién fue el realizador que coordinó el operativo, prácticamente nadie sabría la respuesta.
Un operativo técnico, recordémoslo, que hubo de prepararse en menos de veinticuatro horas. A contrarreloj. No era una transmisión fácil. La presencia de la familia real obligaba a contar con un protocolo estricto. Los planos no debían dejar ningún cabo suelto. La planificación de la ceremonia debía ir en consonancia con la solemnidad del momento. Porque todo, absolutamente todo, es significativo en estas reuniones de alto nivel.
Viene al caso este comentario porque en tardes como ésta del 22 de abril siempre vuelve a mi mente la figura de Pilar Miró, en contraposición a los cientos de profesionales anónimos que nunca llegarán a lograr su reconocimiento. Que Pilar lo hizo muy bien planificando una boda real es algo que nadie pone en duda. Más discutible es que cuando se improvisa una transmisión aparatosa y complicada en tiempo récord, como ésta que nos ocupa, se haga difícil conocer y reconocer al responsable o los responsables de esta tarea. Ardua tarea, dicho sea sin ningún ánimo de usar tópicos.
Da la impresión de que la empresa instala un piloto automático, y todo sale a la perfección. Sin necesidad de que consten en acta nombres y apellidos. Con todos los respetos a la talentosa Pilar, permítanme romper de nuevo una lanza a favor de todos los profesionales anónimos. Aquellos que rara vez serán homenajeados, ni tendrán premios bautizados con su nombre. Tan imprescindibles. Va por ellos.
EL VIAJE
ANTONIO SEMPERE
Acaban mis doscientas horas en Málaga. Pero lo importante es el viaje. Desde Ítaca hasta hoy, la máxima sigue vigente. La meta es lo de menos. Lo importante es el camino. Sus vivencias. Sus aprendizajes. Los encuentros y desencuentros. Las sorpresas que deparan sus márgenes.
Mi viaje empieza a ser largo, y casualmente va parejo al festival malagueño. A lo largo de los últimos trece años he visto cómo abrían periódicos en cuyos equipos me he integrado con facilidad. Festivales que se han consolidado y otros que han caído.
Como viajero valoro la novedad, el hallazgo, el descubrimiento. Lo que no quiere decir que desdeñe lo ya conocido. Todo lo contrario. Descubrir a un igual, integrar un nuevo rostro me da la vida, porque la renueva. Pero sólo el reencuentro incita al abrazo. Un qué bien haberte conocido es un salvoconducto hacia el café y el proyecto compartido de un futuro inmediato.
Lo importante es el viaje, no la meta. Hay que repetírselo mil veces. Porque nunca cesan las tentaciones de parar. De instalarse. De vivir con unos mínimos de seguridad. De disfrutar las rutinas. Sucede cuando comparamos. Y siempre es frustrante comparar cuando, qué casualidad, cotejamos con los que están arriba, no con los de abajo.
Nunca han corrido buenos tiempos para la lírica. Y éstos de ahora son francamente difíciles. Pero quienes hemos hecho de la necesidad virtud y pasado no pocos apuros, tenemos cierto callo. Y aunque en un momento de debilidad miremos, siquiera de soslayo, a los instalados, sabemos que el viaje tiene que continuar. Porque la meta, las metas, no son más que un estupendo mac guffin con el que tirar adelante.
DISTINTOS
ANTONIO SEMPERE
En el Festival de Cine español de Málaga está la gala de clausura oficial, la del Teatro Cervantes y la alfombra roja, y otra que se celebra la víspera, la de Zona Zine, un territorio en el que se reparten treinta premios a cortometrajes, largometrajes de difícil distribución y cine latinoamericano. En el transcurso de esta gala sucedió algo que no me resisto a contar. Por el escenario pasaron una treintena de entregadores de premios y otros tantos galardonados o amigos para recoger biznagas.
La Terremoto de Alcorcón fue una de las entregadoras. Con su desparpajo habitual alborotó a la grada, y logró la mayor arrancar las mayores carcajadas de la noche cuando se quejó de que su atril estaba muy mal iluminado y reclamó un cañón de luz para lucirse.
Al poco tiempo, unos cuantos premios más adelante, pasó por el escenario Elías León Siminiani, el flamante ganador del premio al mejor corto, ‘El tránsito’, excelso documental de la serie ‘Conceptos clave del mundo moderno’ sobre el que podríamos escribir varias columnas. Al grano. Antes de proceder a los consiguientes agradecimientos, Elías no pudo reprimir una afirmación que le salió del alma: “Qué bien que las personas seamos tan distintas. Y a mí que me sobra tanta luz”.
Creo que por eso me gusta tanto este mundillo. Porque es ancho. Porque en él pueden cohabitar gente tan diferente como La Terremoto que ponía patas arriba aquel plató del programa ‘De calle’, que pocos recordarán, presentado por Cayetana Guillén en La 2, y León Siminiani esbozando sus reflexiones sobre la hora punta en la urbe y sus consecuencias.
RECONDUCIENDO LA 2
ANTONIO SEMPERE
Cuando presentaron la nueva etapa de TVE sin publicidad, tanto Luis Fernández como Javier Pons lo dijeron alto y claro. En La 2 sólo tendría cabida la producción propia. A partir de entonces, anunciaron, dejarían de verse en la parrilla de su programación las series de producción ajena. Y así ha sido hasta ahora. Hasta esta semana, cubriendo el hueco dejado por ‘La lista’, ese concurso enlatado que durante todo el invierno se ha emitido con los concursantes en tirantes y manga corto, con la quinta temporada de ‘Mujeres desesperadas’.
Lo cierto es que el futuro de La 2, y el del canal Cultural.es, todavía nos resulta incierto. Siguen faltando unas líneas de programación. Siguen faltando unos criterios. Y sobre todo, sigue faltando producción propia, puesto que si exceptuamos la puesta en marcha de ‘Para todos la 2’ desde Sant Cugat, muy pocas novedades hemos experimentado en la parrilla.
Las cifras de audiencias, salvo en el caso del cine, son decepcionantes. A estas alturas, podemos afirmar que exceptuando la emisión de películas sin publicidad, muy bien recibidas por el público con independencia de su procedencia española, latinoamericana o europea, las cuotas de pantalla de la cadena continúan renuentes, y en algunos casos testimoniales.
Tras quince semanas de emisión en su nuevo horario, ‘La 2 noticias’ y ‘Tras la 2’ no han ganado después de su traslado de la medianoche. Lo mismo ocurre con todos esos programas nobles que van en la franja de tarde-noche. Con este panorama, duplicar la oferta en la TDT con un canal monográfico cultural puede interpretarse como un divide y vencerás. Aunque bien mirado, si coexisten varios canales de noticias, deportivos, por qué no van a tener derecho los culturales.
MOMENTOS DE ORO
ANTONIO SEMPERE
Hay momentos singulares. Sucedió el domingo cuando, en la primera edición del Telediario, David Cantero dio paso a la noticia en la que se narraba cómo había discurrido el programa 1.000 de ‘No es un día cualquiera’. Evidentemente, sólo por eso, no fue un domingo cualquiera. David Cantero celebrando este aniversario tan especial. El equipo del TD fin de semana lanzando un guiño cómplice a los compañeros de la radio, tal y como había hecho un nutrido grupo de profesionales al enviar su mensaje de felicitación al programa. Desde el maestro Gabilondo hasta su competidora en horario Montserrat Domínguez. El programa aglutinó una sucesión de momentos en los que se dijeron cosas muy bellas. Una de las mejores, el lema con el que parafraseó la psicóloga Pilar Varela a Pepa Fernández, “tan lejos, pero tan cerca”. Porque así nos sentimos los oyentes y espectadores de la radio y la televisión en una jornada como la dominical.
Hace unas semanas, con motivo del traslado de María Escario al turno de los fines de semana, fue el mismo David Cantero el que recibió a su compañera de la sección de Deportes con un efusivo ‘Ben tornata’. Fue otro momento para recordar. De esos que me guardo en la mochila.
No abundan tanto esos momentos de verdad, de ética y estética, en la televisión de hoy en día, como para tirarlos por la borda y abandonarlos en el camino. Por eso lo recuerdo hoy. Un gesto tan sencillo como el de ese ‘ben tornata’, pronunciado en el momento adecuado y con el tono cómplice que exigía la ocasión, se convirtió en lo más parecido a un poema. A lo que hicieron Felipe Mellizo y Fernando Delgado en otros tiempos.
LOS GUILLÉN CUERVO
ANTONIO SEMPERE
Veía la reunión familiar de los Guillén Cuervo en Estepona, organizada por el programa ‘Volver con’, y parecía una inmersión en el país de las maravillas. Llovía a mares cuando se grabó el encuentro, como lo hacía meses atrás en aquellas tierras, pero poco importaba, puesto que la sonrisa y el verbo de Fernando Guillén Cuervo lo iluminaba todo, lo podía todo, lo alcanzaba todo.
Viendo y escuchando a Fernando, a Fernandito, a Fer, que de todas las maneras le conoce la gente que le quiere, está más claro que el agua que en él habita un comunicador que seduce, traspasa y enamora a la cámara. Mientras su hermana Cayetana ha tendido a crear un personaje televisivo dominado por un halo de glamour en donde siempre manda el estilista, en Fernando Guillén Cuervo continúa manteniendo ese punto golfo que tanto le ha hecho disfrutar.
Tangencialmente, he coincido en numerosas ocasiones con los Guillén Cuervo en festivales de cine desde 1995. Juntos y por separado. Y doy fe que cuando Fernando padre declaró ser amigo de sus hijos, no lo dijo por echarse un farol. He encontrado a los Guillén Cuervo en L´Alfás del Pi y en Vitoria, en Valladolid y en San Sebastián, en Peñíscola y en Orense. Recuerdo una cena muy entrañable con Gemma en la Seminci TV que organizó el pasado junio Javier Angulo. Con amor de madre, la Cuervo se mostraba muy orgullosa de sus tres hijos. Tiene razones para estarlo.
Por eso me creo todo lo visto y mostrado en el programa grabado en Estepona. Por eso no me suena impostado ninguno de los momentos que se muestran en ese formato con un punto de reality con famosos. Los Guillén Cuervo son así. Y se les quiere.
ANTONIO SEMPERE
Qué raro es todo. A poco que sepas mirar con un poco de distancia, ves prodigios insólitos. Basta con desconectar el interruptor de la rutina. La Semana Santa ofrece muchas estampas que, con la fuerza de la costumbre, parecen haber anestesiado nuestras retinas. Pero no por ello dejan de impactar.
Me detendré en una del pasado lunes, sucedida en el barrio del Parador de la localidad almeriense de Roquetas de Mar, donde tenía lugar el relevo del turno de guardia por parte de los legionarios que velaban a un Cristo de la Buena Muerte.
Ni Calixto Bieito ni Álex Rigola podrían superar algo semejante. Tú vas con toda la buena fe del mundo a un festival de danza contemporánea en busca de emociones fuertes, y no encuentras nada comparable a lo que se ve en ese templo de Roquetas en esa tarde-noche.
Francamente insuperable. El verano pasado, sin ir más lejos, presencié en el Auditorio de El Escorial una versión de ‘Carmen’ en la que Bieito plagaba el escenario de legionarios. Nada comparado con la coreografía de vista y oída este lunes. Enchufar el ‘Andalucía directo’ al caer la tarde era como asomarse a esas piezas de ‘La mandrágora’ en sus buenos tiempos.
Pero lo dicho, la retina llega a acostumbrarse, y deja de ver lo que pasa para comenzar a ver lo que ha codificado previamente. Por eso, sólo por eso, si lo visto y oído en Roquetas fuese hallado por el diletante en el escenario del encuentro de escena contemporánea, aderezado por la iluminación adecuada, saltaría la polémica. Firmado por Angélica Lidell, lo amarían u odiarían. Así, sólo es material de magacín.
REIVINDICANDO A BACH
ANTONIO SEMPERE
Antes de antes, llegadas estas fechas, no pasaba un Viernes Santo sin un oratorio de Bach que llevarnos a la boca. Y es que La Primera tenía la buena costumbre de cubrir una parte de su programación matinal del día festivo, por lo general, con ‘La Pasión según San Mateo’, ese prodigio al que deberíamos regresar, como mínimo, una vez al año.
Cambiaban las versiones, cambiaban los escenarios, pero podíamos estar tranquilos porque, llegada la mañana del Viernes Santo, sabíamos que la televisión volvía a reconciliarnos con la vida y a reconfortar nuestro espíritu. De eso hace tiempo, demasiado tiempo. Resulta paradójico que con la multiplicación de la oferta y la ampliación de las señales, no hay sitio para la música clásica ni siquiera en fechas como las que celebramos.
Parece como si la música clásica perteneciese al mundo de lo analógico, y a medida que se ha introducido lo digital en nuestras vidas todo se ha vuelto más y más banal. Qué buena metáfora que este Viernes Santo sea el día establecido para llevar a cabo el apagón oficial.
Lo deseable sería no tener que esperar a una Semana Santa para regresar a Bach. Lo deseable sería que sus cantatas y oratorios estuviesen a nuestro alcance, a través de la televisión, en cualquier periodo del año. Pero al no ser así, antes nos quedaba el consuelo de que, allá por Navidades tocaba ‘El Mesías’, y Haendel nunca nos fallaba, y por Pascua, algún oratorio. Tal vez todo ello ocurría por puro voluntarismo, por puro sentido común de alguien que tenía ciertas responsabilidades y obraba en consecuencia.
Lo peor de todo esto es que quienes ahora deciden parecen haber perdido ese sentido común. Porque prescindir de la música de Bach en días como hoy, cuando el programador tiene la coartada perfecta para integrarla en la parrilla sin que a nadie llame la atención, es perder una ocasión de oro. Ya no pido vertebrar una programación monográfica como las de antes. Sólo reivindico un hueco para Bach en la televisión estatal. Sólo eso.
DESPUÉS DEL APAGÓN
ANTONIO SEMPERE
Pepa Fernández y Carles Mesa han tenido el detalle de invitarme a participar en la tertulia que ‘No es un día cualquiera’ dedicará este sábado Santo, al apagón analógico. Todo un honor, que se convierte en auténtica responsabilidad al saber que los contertulios son nada menos que Eladio Gutiérrez y Ricardo Vaca, verdaderos maestros en la materia de los que tanto aprendo en sus ponencias de los cursos de verano de la Complutense en El Escorial.
¿Cuál es mi diagnóstico ante el apagón? ¿Qué voy a contar a Pepa y a los escuchantes en esos minutos que pasan en un santiamén cuando se está tan a gusto? Al menos, quiero dejar una idea clara. Que de la cantidad no viene la calidad. Que la multiplicación de la oferta no nos hace más felices. En definitiva, que la TDT nos ofrece una mejor calidad técnica en la señal de la imagen y el audio, y eso es algo indiscutible, pero que la proliferación de tantos canales secundarios no aporta nada de nada.
Quiero resaltar el peso específico de los canales de la televisión estatal, eso sí. La oferta de TVE en la TDT, sumada a la ausencia de publicidad, hace que tanto cualitativa como cuantitativamente ésta se desmarque del resto. No sin mostrar el temor de esa posible fusión entre La 2 y el Cultural.es que planea en el horizonte, y a la que el diario ‘El País’ parece haberse adelantado cuando ha llegado a desplazar la parrilla de la programación de aquella entremezclada con los canales temáticos. Creo que si llegara a decir todo eso sería suficiente, más que suficiente.
DEFENSA DE LA PÚBLICA
ANTONIO SEMPERE
Dicen que la cabra tira al monte. Por eso cuando, acuciado por la falta de tiempo, Pepa Fernández me pide en ‘No es un día cualquiera’ una valoración sobre el consumo televisivo con la nueva TDT, barro para casa. Hacia mis dominios. Y defiendo la televisión pública. Afirmo que cualitativamente no hay oferta que se le resista. Expongo las líneas maestras de la tesis doctoral, que versa sobre las relaciones de la prensa escrita con la televisión estatal, muy bien valorada por los críticos, bastante menos ponderada en los titulares y las informaciones, que priman los programas de cadenas afines a sus respectivos grupos mediáticos.
Y pongo un ejemplo significativo. El del diario ‘El País’, que ha arrinconado la parrilla de la programación de La 2 entre la oferta de los hasta ahora llamados canales temáticos, de manera que a la derecha de la columna de La 1 sólo se pueden leer las de Antena 3, Cuatro, Telecinco y La Sexta.
Me llama la atención que los contertulios que acuden a la mesa de debate, verdaderos referentes en la materia, no hayan reparado en esta omisión. El presidente de la Academia Manuel Campo Vidal, el de Impulsa TDT Eladio Gutiérrez y el responsable de Barlovento Comunicación Ricardo Vaca no han caído en la cuenta de este cambio en la penúltima página de ‘El País’.
Y me parece muy significativo. Me afianza en la idea de que la cabra tira al monte. En cómo es posible que un servidor tenga un radar especial para detectar este tipo de detalles. En los mecanismos por los cuales algo nos atrae o no. Y corrobora en que lo mío es un destino, una vocación. Algo inevitable.
37 AÑOS
ANTONIO SEMPERE
“Hay que tratar de que quien quiso ser Nueva York no se convierta en Benidorm”. Con estas palabras de Alfredo Amestoy, presidente de Amigos de la Gran Vía madrileña, que hoy celebra su centenario, finalizaba el cuarto y último reportaje del ‘Informe semanal’, firmado por Juan Antonio Tirado. Un reportaje en el que pudimos escuchar a Javier Bergia cantando en Callao, a Lorenzo Díaz recordando las excelencias de la Gran Vía en Chicote, a José Luis Garci añorando lo que algún día fue y ya no es.
Busquen y comparen. Ahora es posible hacerlo. Busquen y comparen las distintas versiones televisivas que nos han ofrecido programas pegados a pie de calle cuando visitaron la arteria madrileña. Desde ‘Callejeros’ hasta ‘Comando actualidad’. No digo que lo que nos ofrecieron en Gran Vía fuese malo. Sólo deseo constatar hasta qué punto ‘Informe semanal’ continúa marcando la diferencia y siendo fiel a sí mismo. También en esta entrega en la que cumplió sus 37 años.
El mejor de los homenajes que pude hacerle como espectador fue verlo con delectación. Esperar su emisión durante toda la jornada, y una vez caída la noche del Sábado Santo, disponerme a disfrutar como si fuese la primera vez. En esa actitud mixta que tanto me gusta que es mitad escucha, mitad aprendizaje. Con los sentidos expuestos.
Así, en el primer reportaje sobre el debate entre animalistas y taurinos Teresa Rodríguez volvió a sacar lo mejor de sus esencias. Mayte Pascual narró en un tiempo presente muy significativo el encuentro de Mujeres en Valencia. Alicia G. Montano dignificó el género con un reportaje 10 sobre la ruta del tambor del Bajo Aragón. Y como espectador, valoré la excelencia.
ARRUGAS
ANTONIO SEMPERE
No tuvo demasiada suerte en su primera y hasta ahora única emisión la serie documental ‘España, entre el cielo y la tierra’, que llegó a los espectadores durante los domingos por la tarde de un tórrido verano. Ahora vuelve a hacerlo en un horario diferente, sin moverse del domingo, pero en la franja que va delante de la primera edición del Telediario.
Vaya por delante que la serie duplica el minutado de otros experimentos como ‘A vista de pájaro’ o ‘Ciudades para el siglo XXI’, lo que ralentiza bastante su ritmo, en este caso de verdadero viaje reposado.
En lo primero que reparé hoy, como aquel verano tórrido, fue en el paisanaje que se cuela entre el paisaje cuando las cámaras se pasean por las calles de los pueblos a ras de tierra. Y sobre todo, en los rostros llenos de arrugas de aquellas lugareñas que hicieron de las puertas de su casa y del bordillo de su acera una prolongación de su sala de estar.
Rostros de mujeres y hombres, los de la primera entrega ubicada en la Mancha, que dudo mucho hayan visto en su vida una película de Stanley Kubrick o hayan entrado a presenciar una ópera. Rostros de gente que jamás habrán ido a un teatro, que se van de este mundo sin haber escuchado un oratorio de Bach. Personas a las que no ha dado tiempo a adentrarse en los vericuetos de Internet, pero que tampoco han sabido mucho de libros, ni de músicas, ni de cuestiones que fuesen más allá de esas que llamamos de mantenimiento, labores manuales y procreación.
Rostros que, seguramente, han conocido el noventa por ciento de la información relativa a lo que pasa en el mundo a través de la televisión.
ÍÑIGO
ANTONIO SEMPERE
Los días pasan y he de reparar la deuda con José María Íñigo y la entrega que protagonizó en ‘Volver con’. En lo referente a este comunicador, todo es prodigioso. Desde su voz y su temple, hasta la prolija carrera desarrollada durante cinco décadas ininterrumpidas en todos los frentes. Regresar a ese ‘Volver con’ es hacer justicia. Y acompañarle por las calles de su Bilbao, desde el teatro Arriaga en el que trabajaba su padre, un verdadero placer.
No deja de ser significativo que José María se haya recluido voluntariamente durante estos últimos tiempos en la radio. Pocos como él lo han sido todo en el mundo de la televisión. Pocos, de los que permanecen en activo, han alcanzado audiencias millonarias durante tanto tiempo. Y los pocos que lo lograron y siguen, y sin querer señalar a nadie pongamos como ejemplo a Mercedes Milá, están como están.
Por eso parece tan sabia la decisión de José María Íñigo, en quien permanece intacta su capacidad de comunicar, pero que estima oportuno hacerlo en otras vías menos agresivas. La verdad es que su autoridad moral es incuestionable, hasta el punto de que muy pocos pueden igualarle. Si no fuese tan prudente, seguro que podría hablar y mucho de la televisión de antes y de la de ahora, apostillar sobre todos los excesos que se están produciendo.
También es muy significativo que una de las escasas reapariciones televisivas tuviese que ser precisamente en ese programa en el que John Cobra se manifestó como todos recordamos. Ahí estuvo José María Íñigo, raudo, a la altura de las circunstancias, poniendo las cosas en su sitio. Con sus toneladas de autoridad moral. Como en ‘Volver con’.
ALGO PEQUEÑITO
ANTONIO SEMPERE
Fue en ‘RTVE responde’ donde se mostró el makinf off del videoclip con el que se va a lanzar la canción ‘Algo pequeñito’ en Europa. Pudimos ver al director del trabajo, Santiago Tabernero, disfrutando como un niño en las inmediaciones de la Casa de Campo. No puede decirse que Tabernero no disfrute con lo que hace. Todo lo contrario. Si bien es cierto que puede haber algo de posibilismo. Pero así es la vida. Ahí está la base de la felicidad. En ser capaz de sacar todo el partido posible a lo que se hace.
Algo, me temo que mucho, saben de felicidad Santiago Tabernero y su pareja, Paz Sufrategi. Cuando he tenido ocasión de charlar con ellos siempre he captado, a través de ese sexto sentido que nunca falla, cómo son personas con una tendencia innata a vivir la vida intensamente.
No es casualidad que el propio Santi Tabernero anduviese detrás de un proyecto sobre salud emocional, un programa televisivo concebido al alimón con ese doctor en la materia que es Álex Rovira. A pesar de lo bien que nos habría venido a todos un formato de estas características, nos tenemos que conformar con ‘Redes’ y alrededores.
¿Y Tabernero, está triste por ello? Para nada. A juzgar por el trabajo realizado para el videoclip de Daniel Ciges está viviendo una primavera feliz. Se nota a una legua que Ciges es muy buena gente. Y al final, para personas con la inteligencia emocional de Tabernero, no hacen falta enormes despliegues para alcanzar la realización personal. A lo mejor algunos llaman a eso hacer de la necesidad virtud. A lo mejor. Lo sea o no, no se trata de algo pequeñito.
NI IDEA
ANTONIO SEMPERE
Fue bastante reveladora la encuesta que realizaron en ‘El intermedio’ a los adolescentes que aguardaban a las puertas del concierto de Tokyo Hotel en el Palacio de Deportes de Madrid. Les preguntaron su opinión por el sumario del caso Gürtel. Ni idea.
Preguntaron a uno y a otro y otro, a las que llevaban el pelo teñido y a las que no, a los que se expresaban con acentos del sur y a los que parecían muy del centro. La respuesta siempre fue la misma. Ni idea. Para completar la encuesta, se les presentó un tríptico con las fotografías de tres dictadores para que señalasen cuál de ellos era Franco. No atinaron una. Cuando ellos nacieron, él ya no estaba, se excusaron.
Contrastó este pasotismo, este no sabe, no contesta, con la entrega que pusieron todos los medios a la hora de mostrar fragmentos más o menos chocantes del sumario. La capacidad para ahondar en los pormenores, en las anécdotas.
Estamos de acuerdo en que noticia es aquello que alguien no quiere que se sepa, pero a estas alturas no hay nadie, salvo estos adolescentes a las puertas del concierto de Tokyo Hotel, que no sepa. Por mucho estupor que me cause el susodicho sumario, tanto o más me lo produce conocer los sueldos de tantísimos asesores de cargos públicos que cobran, con la más absoluta normalidad y sin que se convierta en noticia, sus dos mil eurillos mensuales, así sea invierno o primavera, llueva o haga sol.
O que esos adolescentes que no saben qué es el caso Gürtel tampoco sepan quién fue Luis Cernuda, ni les suene Javier Rebollo, ni hayan ido al teatro una sola vez. Creo que eso me preocupa más.
VÍSPERAS
ANTONIO SEMPERE
Abogan los autores de libros de autoayuda en vivir el carpe diem. El pasado quedó atrás y el futuro todavía no es, dicen con aplastante elocuencia. Sólo existe el presente. El aquí y ahora, y ese es el que hay que vivir con intensidad.
Y un pimiento, añado yo. Y es que no hay dos personas iguales. Por lo que las fórmulas magistrales que sirven a unos descolocarán a otros de la misma especie. Comprendo la idea del carpe diem, y trato de vivir el momento, claro que sí. Pero a mí me quitan lo que ya pasó y lo que está por llegar y dejo de ser yo y empiezo a imaginarme como un vegetal, como una de esas palmeras levantinas a las que ahora canta Serrat. Plantada ahí en medio, y ya está.
Me encuentro contando las horas para iniciar la décimo tercera edición del Festival de Cine de Málaga. Yo no sería yo sin los otros doce. Las vivencias de aquellos ciento veinte días vividos en las inmediaciones del Teatro Cervantes caminan conmigo. Cada encuentro, cada película, cada coloquio, cada una de las fotos, forman parte de mi ADN, que se completa cada día.
Del mismo modo que lo que venga en esta nueva edición formará parte de mi bagaje con el que enfrentarme al futuro inmediato. Cómo no voy a ser futuro. Cómo no voy a proyectar. Los frutos del Festival de Málaga germinarán en mis clases de cine, bien a los alumnos de la licenciatura de Periodismo en Elche, bien a los alumnos extranjeros que vengan a aprender nuestra cultura en los Cursos de Verano de la UIMP de Santander. También en numerosos mensajes y llamadas de dentro de un mes, dos, tres. Carpe diem, sí. Pero con un pasado y con un futuro. Gozando las vísperas.
UN PROGRAMA EN SERIO
ANTONIO SEMPERE
Si tuviese que hacer un programa, creo que lo titularía ‘En serio’. No porque fuese un formato sesudo ni aburrido. Ni muchísimo menos por incordiar. Sólo por contraste. Por contrarrestar, a estas alturas, la enorme banalidad que inunda la pequeña pantalla. En serio. Me gustaría hacer algo en serio. Porque cuando me siento frente al televisor, estoy harto de encontrarme con una clave impostada, esa que tiene el mundo del jijijaja por ideario sublime.
Me gustaría participar, consumir, degustar, algo serio. Qué raro soy. Estoy harto de que todo sea tan trivial. La Sexta, en su conjunto, saca pecho siéndolo. Ahora han lanzado un lema publicitario en el que prometen seguir siendo jóvenes. Como si juventud sólo fuese sinónimo del jijijaja. Vaya contrasentido. Lo peor es que no es necesario acudir a una cadena tan joven para encontrar ese tono liviano. A poco que naveguemos por otras latitudes, todo es lo mismo. O primo hermano. Como si en el libro de estilo de cada casa estuviese prohibida la profundidad. Como si la enjundia y la chicha no fuesen capaces de casar con el entretenimiento.
Detengámonos un momento en el caso del nuevo late night de Cuatro, titulado ‘Uau!’. De acuerdo que un late, por definición, no es un programa cultural. Pero de ahí a convertir su espacio y sus contenidos en lo más parecido a un antro, hay un trecho. Si el primer programa, con Pilar Rubio, fue una declaración de principios, vaya pena.
Todo se resume en una palabra: fuste. Si tuviese la ocasión, me gustaría hacer televisión con fuste, del mismo modo que me gusta consumir contenidos televisivos que lo contengan. Sin fuste no hay vida, ni entretenimiento posible. Porque sin fuste no hay complicidad. Y claro, habrá quienes defiendan que en la televisión del jijijaja pueden encontrar complicidad, y complicidad de la buena. No es mi caso. Por eso afirmo que si tuviese que hacer un programa lo titularía ‘En serio’. Como una declaración de principios. Con sentido del humor, cómo no. Pero en serio, siempre en serio.
ÉXITO
ANTONIO SEMPERE
Encuentro a Borja Vilaseca junto a Antonio San José en ‘Cara a cara’. Con la excusa de presentar su nuevo libro ‘El principito se pone corbata’, invitado y anfitrión charlan sobre las bases del éxito empresarial e individual. Dice Borja Vilaseca, joven pero sobradamente preparado, y no es un epíteto vacuo viendo y escuchando a este periodista de curriculum brillante, que el éxito no está en lo que tienes, ni siquiera en lo que haces, sino en lo que eres. Argumenta Borja, con una seguridad incontestable, que después del éxito siempre llega el vacío, porque las expectativas que te habían prometido nunca quedan colmadas del todo, y porque después del desgaste experimentado en conseguir un fin, el día después de haber logrado el objetivo siempre es el de ‘y ahora qué’.
Postula Vilaseca una máxima que resume buena parte de su obra: llegará el día en que cambiaremos el dios del dinero por el dios de la felicidad. Para llegar a tal conclusión el autor se curtió realizando entrevistas muy personales a los empresarios con más peso. Trabajaba en la sección de Economía de ‘El País’ y decidió insuflar humanismo a sus páginas.
Viendo y escuchando la vehemencia con la que Borja Vilaseca traslada sus ideas en la mesa de ‘Cara a cara’ uno, en su humildad, repara en que hace mucho, muchísimo tiempo, llegó a tales conclusiones. Hace mucho que cambio el dios del dinero por el de la felicidad. Pero, aviso a navegantes, y eso es lo que le hubiese dicho a Borja en aquel instante: el día del cambio, y de un cambio que debe ser radical, es sólo un principio, no un final. Y a partir de ese día hay que navegar a contracorriente. Conste en acta.
CRÍTICOS
ANTONIO SEMPERE
Málaga acoge el primer Congreso de Crítica Cinematográfica. Me pregunto cuántos años tendrán que pasar para encontrarnos con uno dedicado a la Crítica Televisiva. Lo más parecido, por ahora, han sido los encuentros que tuve la dicha de organizar en los Cursos de Verano de la Complutense en El Escorial, con varios columnistas en ejercicio.
Por tradición y por años, la crítica cinematográfica puede ser abordada desde una perspectiva académica, y trabajos científicos sobre el particular no faltan, mientras la crítica televisiva todavía anda en pañales. Así, mientras los críticos cinematográficos, llegado el momento de celebrar un Congreso, auspiciado por el Festival de Cine y coordinado por el equipo de la revista Cahiers du Cinema con Carlos F. Heredero a la cabeza, se esfuerzan en sacar pecho por salir en la foto, y se sienten honrados por ser y por estar, y la verdad es que falta mesa para acogerles a todos, choca establecer cualquier comparativa con los hacedores de la crítica televisiva.
Cabeceras nacionales como ‘El Mundo’, ‘Abc’ o ‘La Razón’ renegaron del género hace un par de años. En el nuevo diario ‘Público’ sólo Roberto Enríquez, en unos pies de foto de la Contra, apunta sus líneas de opinión en un tono más o menos divertido. Mientras que los firmantes de las columnas de opinión en ‘El País’ se aprestan a dejar claro la crítica televisiva no es lo suyo. Enric González cubrió su año y se marchó de corresponsal a Jerusalén. David Trueba ejerce de David Trueba y se resiste a ser etiquetado como crítico televisivo.
Me da envidia ver la actitud de los asistentes a este Congreso malagueño. Ninguno de sus asistentes duda sobre su adscripción. Soy crítico de cine, y eso me honra. Para cuándo
con la televisión.
VOCES
ANTONIO SEMPERE
Escuchando ‘Ciudades para el siglo XXI’ descubro la voz de Esteban Massana. No es la de Richard del Olmo, por lo que al principio me suena extraña. Pero relata la ciudad de Palma de Mallorca con un pulso que me va cautivando. Por eso anoto el nombre al final de la entrega. Esteban Massana. Le seguiré la pista.
Los actores de doblaje son un potosí. Realizan un trabajo complicadísimo que algunos critican. No seré yo uno de ellos. Contamos con unas voces privilegiadas y con unos actores especialistas de una notable reputación. Que tienen que lidiar con la extendida teoría de que todo lo que esté fuera de la versión original subtitulada es una traición, un fraude a la obra original. Pues bien, por muy políticamente incorrecto que parezca, y como perteneciente a esa generación que no tuvo la suerte de criarse en el bilingüismo, y de viajar en verano a los países anglosajones, defiendo a nuestros actores de doblaje.
Los trabajos de Camilo García, Jordi Brau, Miguel Ángel Jenner, Arsenio Cornellas, Montse Montalá, Conchi López, Mar Bordallo, de tantos otros, son tan competentes, que nadie debería cuestionarlos. Claro que lo ideal es que todos entendiésemos las voces originales en las lenguas en que las películas fueron rodadas. Pero sucede que no es así. Y para empezar, los subtítulos son manchas en el encuadre. Cuando vemos en un festival una película española subtitulada en inglés podemos comprobar hasta qué punto esto es así. Los subtítulos molestan y siempre será mejor una copia ‘limpia’ que una subtitulada.
Pensaba en todo eso escuchando a Esteban Massana en ‘Ciudades para el siglo XXI’. Y en el documental de Alfonso Suárez sobre el particular. Aunque el debate siga abierto.
NO SOMOS NADIE
ANTONIO SEMPERE
Causa y efecto. Siempre hay una relación de causa, efecto. Las poderosas imágenes que han ofrecido estos días todas las televisiones con la nube negra provocadas procedentes del volcán islandés, derivaron en otros, no menos insólitas, como las de terminales de un aeropuerto como el de Heathrow vacías. Es la relación causa-efecto ejemplificada con una elocuencia difícilmente superable.
Qué bien nos vienen estos fenómenos tan contundentes a los escépticos, a todos los que somos etiquetados como bichos raros, encapsulados en nuestra burbuja zen teniendo que lidiar cada día como si nada en plena sociedad occidental.
¿No veis cuán pequeños somos?, nos dan ganas de gritar en ocasiones como ésta. Juristas y políticos, presidentes y cohortes, asesores y simpatizantes, ¿de qué vais?, ¿qué os habéis creído?, ¿no veis cómo no somos nadie? Alborotadores y descerebrados, kamikazes y decepcionados, de verdad que no merece la pena.
Por más que estemos inmunizados, miras los Telediarios, y siempre llega un momento para la perplejidad. Para ver como si fuera la primera vez que ves, escuchar algo que te afecta y te toca como si nunca hubieses escuchado algo igual. Es la nube. Son los funerales en Polonia. Serán los tribunales. O un gol de Messi. Que estímulos no faltan.
Por eso me alegro, tantísimo de que mi capacidad de asombro permanezca intacta. De ser impresionable. Hasta de ilusionarme. Con toda la que está cayendo. Y es que ilusionado comienza a ser un término sagrado, con el que no hay que jugar. La capacidad de ilusionarse lo es todo: el motor de la vida. En eso no se cumple la ley de causa y efecto. Que uno se puede ahogar en vasos de agua, y salir airoso navegando sobre tempestades. De verdad de la buena.
EXCELENCIA EN LAS ONDAS
ANTONIO SEMPERE
Éste no será un domingo cualquiera. El reinado de Pepa Fernández llega a su edición número mil. ‘No es un día cualquiera’ totaliza quinientos fines de semana alcanzando lo más parecido a la excelencia radiofónica. Tanto es así, que no han sido pocos los días en los que he echado de menos ver el programa a través de la televisión. Bastaría con televisar la radio, este tipo de radio, para que saliésemos ganando en el cambio. Visto lo visto, un programa como el aludido forma, informa y entretiene mucho más que bastantes espacios televisivos. De acuerdo que cada medio tiene sus reglas. Pero no vendría mal a ciertas rincones de la televisión recuperar el espíritu de la mejor radio. Imaginativa y moderna, culta a la par que entretenida, vigilante del buen uso de la lengua, abierta a la participación, y siempre, siempre, presidida por un humor inteligente y toneladas de sensatez.
Durante quinientos sábados, pero sobre todo durante quinientos domingos en el caso de los solitarios, de los nones como quien suscribe, ‘No es un día cualquiera’ ha aliviado pesares, provocado sonrisas cómplices, incitado a la reflexión. La lista de quienes lo han hecho posible sería larguísima. Pero no me resisto a citar algunos hombres como los de José María Íñigo, Nieves Concostrina, Ángel Pavlovsky y Juan Carlos Ortega. Tan distintos y tan geniales. Con todos estoy en deuda. Porque todos me han ayudado a sobrellevar domingos solitarios.
Pero quien ha obrado el milagro no es otra que Pepa Fernández, la jefa, el elemento aglutinante, que ha sabido rodearse de los mejores. Y un equipo de bandera, con el excelente Carles Mesa de segundo de a bordo. Los escuchantes de la radio pública estamos de fiesta.
CUESTIÓN DE MOVIMIENTO
ANTONIO SEMPERE
El pasado mes de octubre coincidí en el jurado del Festival de Cine de Pamplona con Gema Hassen-Hey. Tal vez por su nombre no le pongan cara, aunque si les digo que es una chica rubia que ganó cuatro medallas den los Juegos Paralímpicos en la modalidad de esgrima y que incluso es capaz de bailar rap desde su silla de ruedas, puede que empiecen a atar cabos. Recuerdo que Gema siempre sonreía. Que no perdía detalle. Salía, entraba, llegaba a las comidas la primera, se iba la última. Contemporizaba con todo el mundo. Se fotografiaba como la que más.
Gema presenta todos los lunes en La 2 ‘El mundo se mueve contigo’, que se emite dentro del contenedor ‘Para todos la 2’. De acuerdo que no es un programa que bata records de espectadores. Aunque motivos habría de sobra para que esto sucediera. El ánimo que le ponen desde la presentadora hasta el último de los participantes es contagioso.
Al conocer a personas como Gema Hassen-Bey cuestiono los conceptos de la acción y la inacción, y se me hacen presentes todas esas veces que me frena pensar que no puedo, no seré capaz, no merece la pena y quedo inmovilizado por los acontecimientos. En el fondo algo tengo en común con Gema. Ambos sonreímos todo el rato. Cuando íbamos al comer al restaurante de la trasera del Teatro Gayarre, o en la lectura del palmarés en el escenario del Civicam, siempre estaba la primera. La ausencia de elevadores era suplida con naturalidad con los brazos de los que, desde el primer momento, nos convertimos en sus amigos. Con ella entendí, de un plumazo, que el mundo se mueve con nosotros.
ANÓNIMOS
ANTONIO SEMPERE
El jueves tuvimos la ocasión de seguir en riguroso directo y con todo lujo de detalles la transmisión del funeral de Juan Antonio Samaranch a través de uno de los canales de la Corporación pública, concretamente el 24 Horas. Si preguntásemos quién fue el realizador que coordinó el operativo, prácticamente nadie sabría la respuesta.
Un operativo técnico, recordémoslo, que hubo de prepararse en menos de veinticuatro horas. A contrarreloj. No era una transmisión fácil. La presencia de la familia real obligaba a contar con un protocolo estricto. Los planos no debían dejar ningún cabo suelto. La planificación de la ceremonia debía ir en consonancia con la solemnidad del momento. Porque todo, absolutamente todo, es significativo en estas reuniones de alto nivel.
Viene al caso este comentario porque en tardes como ésta del 22 de abril siempre vuelve a mi mente la figura de Pilar Miró, en contraposición a los cientos de profesionales anónimos que nunca llegarán a lograr su reconocimiento. Que Pilar lo hizo muy bien planificando una boda real es algo que nadie pone en duda. Más discutible es que cuando se improvisa una transmisión aparatosa y complicada en tiempo récord, como ésta que nos ocupa, se haga difícil conocer y reconocer al responsable o los responsables de esta tarea. Ardua tarea, dicho sea sin ningún ánimo de usar tópicos.
Da la impresión de que la empresa instala un piloto automático, y todo sale a la perfección. Sin necesidad de que consten en acta nombres y apellidos. Con todos los respetos a la talentosa Pilar, permítanme romper de nuevo una lanza a favor de todos los profesionales anónimos. Aquellos que rara vez serán homenajeados, ni tendrán premios bautizados con su nombre. Tan imprescindibles. Va por ellos.
EL VIAJE
ANTONIO SEMPERE
Acaban mis doscientas horas en Málaga. Pero lo importante es el viaje. Desde Ítaca hasta hoy, la máxima sigue vigente. La meta es lo de menos. Lo importante es el camino. Sus vivencias. Sus aprendizajes. Los encuentros y desencuentros. Las sorpresas que deparan sus márgenes.
Mi viaje empieza a ser largo, y casualmente va parejo al festival malagueño. A lo largo de los últimos trece años he visto cómo abrían periódicos en cuyos equipos me he integrado con facilidad. Festivales que se han consolidado y otros que han caído.
Como viajero valoro la novedad, el hallazgo, el descubrimiento. Lo que no quiere decir que desdeñe lo ya conocido. Todo lo contrario. Descubrir a un igual, integrar un nuevo rostro me da la vida, porque la renueva. Pero sólo el reencuentro incita al abrazo. Un qué bien haberte conocido es un salvoconducto hacia el café y el proyecto compartido de un futuro inmediato.
Lo importante es el viaje, no la meta. Hay que repetírselo mil veces. Porque nunca cesan las tentaciones de parar. De instalarse. De vivir con unos mínimos de seguridad. De disfrutar las rutinas. Sucede cuando comparamos. Y siempre es frustrante comparar cuando, qué casualidad, cotejamos con los que están arriba, no con los de abajo.
Nunca han corrido buenos tiempos para la lírica. Y éstos de ahora son francamente difíciles. Pero quienes hemos hecho de la necesidad virtud y pasado no pocos apuros, tenemos cierto callo. Y aunque en un momento de debilidad miremos, siquiera de soslayo, a los instalados, sabemos que el viaje tiene que continuar. Porque la meta, las metas, no son más que un estupendo mac guffin con el que tirar adelante.
DISTINTOS
ANTONIO SEMPERE
En el Festival de Cine español de Málaga está la gala de clausura oficial, la del Teatro Cervantes y la alfombra roja, y otra que se celebra la víspera, la de Zona Zine, un territorio en el que se reparten treinta premios a cortometrajes, largometrajes de difícil distribución y cine latinoamericano. En el transcurso de esta gala sucedió algo que no me resisto a contar. Por el escenario pasaron una treintena de entregadores de premios y otros tantos galardonados o amigos para recoger biznagas.
La Terremoto de Alcorcón fue una de las entregadoras. Con su desparpajo habitual alborotó a la grada, y logró la mayor arrancar las mayores carcajadas de la noche cuando se quejó de que su atril estaba muy mal iluminado y reclamó un cañón de luz para lucirse.
Al poco tiempo, unos cuantos premios más adelante, pasó por el escenario Elías León Siminiani, el flamante ganador del premio al mejor corto, ‘El tránsito’, excelso documental de la serie ‘Conceptos clave del mundo moderno’ sobre el que podríamos escribir varias columnas. Al grano. Antes de proceder a los consiguientes agradecimientos, Elías no pudo reprimir una afirmación que le salió del alma: “Qué bien que las personas seamos tan distintas. Y a mí que me sobra tanta luz”.
Creo que por eso me gusta tanto este mundillo. Porque es ancho. Porque en él pueden cohabitar gente tan diferente como La Terremoto que ponía patas arriba aquel plató del programa ‘De calle’, que pocos recordarán, presentado por Cayetana Guillén en La 2, y León Siminiani esbozando sus reflexiones sobre la hora punta en la urbe y sus consecuencias.
RECONDUCIENDO LA 2
ANTONIO SEMPERE
Cuando presentaron la nueva etapa de TVE sin publicidad, tanto Luis Fernández como Javier Pons lo dijeron alto y claro. En La 2 sólo tendría cabida la producción propia. A partir de entonces, anunciaron, dejarían de verse en la parrilla de su programación las series de producción ajena. Y así ha sido hasta ahora. Hasta esta semana, cubriendo el hueco dejado por ‘La lista’, ese concurso enlatado que durante todo el invierno se ha emitido con los concursantes en tirantes y manga corto, con la quinta temporada de ‘Mujeres desesperadas’.
Lo cierto es que el futuro de La 2, y el del canal Cultural.es, todavía nos resulta incierto. Siguen faltando unas líneas de programación. Siguen faltando unos criterios. Y sobre todo, sigue faltando producción propia, puesto que si exceptuamos la puesta en marcha de ‘Para todos la 2’ desde Sant Cugat, muy pocas novedades hemos experimentado en la parrilla.
Las cifras de audiencias, salvo en el caso del cine, son decepcionantes. A estas alturas, podemos afirmar que exceptuando la emisión de películas sin publicidad, muy bien recibidas por el público con independencia de su procedencia española, latinoamericana o europea, las cuotas de pantalla de la cadena continúan renuentes, y en algunos casos testimoniales.
Tras quince semanas de emisión en su nuevo horario, ‘La 2 noticias’ y ‘Tras la 2’ no han ganado después de su traslado de la medianoche. Lo mismo ocurre con todos esos programas nobles que van en la franja de tarde-noche. Con este panorama, duplicar la oferta en la TDT con un canal monográfico cultural puede interpretarse como un divide y vencerás. Aunque bien mirado, si coexisten varios canales de noticias, deportivos, por qué no van a tener derecho los culturales.
MOMENTOS DE ORO
ANTONIO SEMPERE
Hay momentos singulares. Sucedió el domingo cuando, en la primera edición del Telediario, David Cantero dio paso a la noticia en la que se narraba cómo había discurrido el programa 1.000 de ‘No es un día cualquiera’. Evidentemente, sólo por eso, no fue un domingo cualquiera. David Cantero celebrando este aniversario tan especial. El equipo del TD fin de semana lanzando un guiño cómplice a los compañeros de la radio, tal y como había hecho un nutrido grupo de profesionales al enviar su mensaje de felicitación al programa. Desde el maestro Gabilondo hasta su competidora en horario Montserrat Domínguez. El programa aglutinó una sucesión de momentos en los que se dijeron cosas muy bellas. Una de las mejores, el lema con el que parafraseó la psicóloga Pilar Varela a Pepa Fernández, “tan lejos, pero tan cerca”. Porque así nos sentimos los oyentes y espectadores de la radio y la televisión en una jornada como la dominical.
Hace unas semanas, con motivo del traslado de María Escario al turno de los fines de semana, fue el mismo David Cantero el que recibió a su compañera de la sección de Deportes con un efusivo ‘Ben tornata’. Fue otro momento para recordar. De esos que me guardo en la mochila.
No abundan tanto esos momentos de verdad, de ética y estética, en la televisión de hoy en día, como para tirarlos por la borda y abandonarlos en el camino. Por eso lo recuerdo hoy. Un gesto tan sencillo como el de ese ‘ben tornata’, pronunciado en el momento adecuado y con el tono cómplice que exigía la ocasión, se convirtió en lo más parecido a un poema. A lo que hicieron Felipe Mellizo y Fernando Delgado en otros tiempos.
LOS GUILLÉN CUERVO
ANTONIO SEMPERE
Veía la reunión familiar de los Guillén Cuervo en Estepona, organizada por el programa ‘Volver con’, y parecía una inmersión en el país de las maravillas. Llovía a mares cuando se grabó el encuentro, como lo hacía meses atrás en aquellas tierras, pero poco importaba, puesto que la sonrisa y el verbo de Fernando Guillén Cuervo lo iluminaba todo, lo podía todo, lo alcanzaba todo.
Viendo y escuchando a Fernando, a Fernandito, a Fer, que de todas las maneras le conoce la gente que le quiere, está más claro que el agua que en él habita un comunicador que seduce, traspasa y enamora a la cámara. Mientras su hermana Cayetana ha tendido a crear un personaje televisivo dominado por un halo de glamour en donde siempre manda el estilista, en Fernando Guillén Cuervo continúa manteniendo ese punto golfo que tanto le ha hecho disfrutar.
Tangencialmente, he coincido en numerosas ocasiones con los Guillén Cuervo en festivales de cine desde 1995. Juntos y por separado. Y doy fe que cuando Fernando padre declaró ser amigo de sus hijos, no lo dijo por echarse un farol. He encontrado a los Guillén Cuervo en L´Alfás del Pi y en Vitoria, en Valladolid y en San Sebastián, en Peñíscola y en Orense. Recuerdo una cena muy entrañable con Gemma en la Seminci TV que organizó el pasado junio Javier Angulo. Con amor de madre, la Cuervo se mostraba muy orgullosa de sus tres hijos. Tiene razones para estarlo.
Por eso me creo todo lo visto y mostrado en el programa grabado en Estepona. Por eso no me suena impostado ninguno de los momentos que se muestran en ese formato con un punto de reality con famosos. Los Guillén Cuervo son así. Y se les quiere.
domingo, 25 de abril de 2010
jueves, 22 de abril de 2010
GONZALO LÓPEZ GALLEGO
Si la cara es el espejo del alma, afirmación con la que siempre he estado muy de acuerdo, la mirada de Gonzalo López Gallego creo que es más que elocuente. Avispado, intuitivo, talentoso, lúcido, un ser de esos que juega en la primera división de la vida.
El día del homenaje que le tributa el festival, concediéndole el premio Eloy de la Iglesia, se muestra feliz. Incluso un tanto abrumado. Él, curtido en tantas batallas.
Gonzalo, ese hombre.
ANDRÉS GERTRÚDIX
domingo, 18 de abril de 2010
FLIPY Y SU CAMPAMENTO
UNIVERSO MÁLAGA
TENTACIONES
EL EQUIPO DE 'TESIS'
OTRO AÑO MÁS
CON MANUEL MARTÍNEZ VELASCO
Siempre es un placer charlar con Manuel Martínez Velasco. De cine. De cortos. De largos. De teatro. Y de musicales, de los que él sabe tanto.
Cuánto me alegra comprobar de primera mano cómo sueña Manuel con ese día en el que su señora madre, doña Concha Velasco, baje por la escalera del 'Sunset boulevard'. Como espectador, se me hace la boca agua. Ese día, la Gran Vía sí sería Broadway.
HENS
COLAS
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