QUÉ SERÍA DE MÍ SIN LA PRENSA

Sí. Soy prensa-adicto. Y a mucha honra.

No sé qué sería de mí sin esa atracción que me conduce hacia los periódicos en edición impresa en cuanto me despierto.

Por eso es tan satisfactorio encontrar en ellos mis columnas. En el 'Málaga Hoy' se publicarán diez. La primera de ellas sale este viernes:

UN SALTO ADELANTE

ANTONIO SEMPERE

Uno mira la rejilla de la programación del festival de este año y queda abrumado. Se ha dado un importante paso adelante. Durante algún año, en los inicios, el Festival de Málaga pudo parecer un primo hermano del de Peñíscola. O viceversa, que el cine de comedia se retroalimentaba sin ningún pudor de las películas y los invitados del malagueño y no pasaba nada.



Eso es pasado. El festival de Peñíscola desapareció y el de Málaga, en su décimotercera edición, apuesta por el riesgo y, sobre todo, por el cine. La sección oficial es potente. Sus títulos podrían estar en Zabaltegi, y no digo que optando a las Conchas porque también en San Sebastián hay peajes. En Málaga, este año, son mínimos.



Los seleccionadores, y desde aquí felicito a Miguel Ángel Martín, cuya marca detecto en varias apuestas, se han mojado y han tenido arrojo a la hora de confeccionar un programa formado por películas que tendrán problemas con la distribución, pero que suponen el inevitable relevo generacional del cine español, al que Málaga hace muy bien en atender. Rodero, Pinillos, Macías, Ribera, apellidos que saltan al ruedo del largo, con el mismo poso con el que años antes lo hicieron los Viscarret, Planell o Cobeaga.



Pero es que más allá de la sección oficial están esas otras que, por definición, son puro riesgo, desde Zona Zine a Territorio Latino pasando por una sección de documentales que, por sí mismo, por cantidad y por calidad, podría conformar otro festival propio. Después está la alfombra roja, necesaria. Pero junto a ella, no lo perdamos de vista, habrá cine, y cine del bueno.