lunes, 12 de abril de 2010

AVANCE 'SÓLO CORTO' (LOS MEJORES TRABAJOS DEL 2010)


SÓLO CORTOS:
LOS MEJORES TRABAJOS DE 2010



Amor otoñal
AL TERCER DÍA, de Alberto Rodríguez de la Fuente

De segundas oportunidades, ya se sabe, están el cine y la literatura llenos. Alberto Rodríguez regresa a este asunto del amor que brota en la madurez, mediante los reencuentros repetidos en un cementerio a cargo de dos personajes que ya han vivido buena parte de sus biografías, interpretados por Isabel Prinz y Manuel Pizarro. Sobre ellos se sustenta todo el peso de la trama, predominada por la inacción y los gestos sutiles.
El ritmo, muy lento, y la previsibilidad del desenlace, hacen que el espectador abogue por que llegue pronto ese tercer día al que alude el título. Eso, o dejarse llevar por los detalles y lo pequeño y disfrutarlos.


Qué haríamos sin la abuela
AMONA PUTZ!, de Telmo Esnal

Telmo Esnal es muy pero que muy euskera. Ya se sabe. Gusta hacer cine en su lengua, gusta rodar en las localizaciones de su tierra. Con sus actores, con sus técnicos, con sus jergas. Y sin embargo suele contar temas de calado universal. Como la familia, como los niños dando la lata en un camping.
La música de Javi P3Z marca un ritmo y un tono muy precisos en esta historia corta que se ve con una sonrisa en los labios, y cuya falta de pretensiones se agradece en medio de tantas propuestas generalmente tan solemnes. Pese a su tradición local, percibo en él cierto aire europeísta, como si estuviese viendo un corto francés, holandés, o centroeuropeo. O canadiense, de donde son los del Circo del Sol. No sé si me explico.

Esbozando sonrisas
BURBUJA

Miren Ibarguren e Inma Cuevas protagonizan una comedia en toda regla. No pretenden nada más ni nada menos sus mentores, Pedro Casablanc y Gabriel Olivares, ambos con amplia experiencia teatral. Una historia de métodos anticonceptivos singulares, adolescentes en las nubes y padres que no saben cómo sobrevivir a la situación. Opera prima en toda regla de dos nombres de las tablas que deciden probar en el cine.

Sólo forma
CÍCLOPE, de Carlos Morett

Agobian los aires de superproducción que se gasta este ‘Cíclope’. Agobia la música grandilocuente, pero sobre todo la impostura de los actores de doblaje que impostan unos diálogos huecos. En un Madrid futurista las máquinas se rebelan contra el hombre. Y pasa lo que pasa.
Pero la sensación que da es la de que la forma se lo come todo, y que detrás de ese gran despliegue de efectos especiales y decorados se esconde alguien que en realidad quiere rodar alguna secuela de los títulos producidos por las majors norteamericanas.


Una de género
DENTRO DEL BOSQUE, de Luis Caballero

No inventa nada Luis Caballero, al que le dan, o se toma prestados, todos los elementos de cierto cine de género, un coche, un bosque, una noche, un personaje que sale de él, el otro que se queda solo, para que realice una especie de ejercicio de estilo sobre el particular. E insistimos, sin necesidad de tener que inventar nada nuevo, sólo regresando a lugares comunes, logran construir una historia que de verdad desasosiega y da miedo. No es poco. ¿O acaso el sin número de películas largas que se ven en la gran pantalla pertenecientes a las sagas del género dan más? Y sin embargo ahí están, llenando las carteleras. Esperamos a Caballero en una historia más original. Ha demostrado que sabe contarla.

Potente metáfora
EL ORDEN DE LAS COSAS, de José y César Esteban Alenda

Qué mérito tienen los hermanos José y César Esteban Alenda al afrontar el tema de los malos tratos con la valentía y el arrojo con que lo hacen. Como si fuera la primera vez que se denuncia. Y es que no hay otra. Aplicar la creatividad para denunciar como si nadie hubiese denunciado antes que ellos. A golpe de creatividad y de una concepción de imágenes siempre poderosas.
Para ello se rodean de un casting de primera, en el que Manuela Vellés lidia con el personaje más difícil, sin salir de la bañera, y sin abrir la boca. Vulnerable. Doliente. Sin rozar siquiera el recurso fácil.
A su lado, aunque más bien cabría decir contra ella, encontramos a rostros de la talla de Biel Durán, José Luis Torrijo, Ana Gracia o Mariano Venancio. Y al final, una imagen poderosísima. La culminación de una metáfora dolorosa que permanece en la mente del espectador durante mucho tiempo. Como sucede en las grandes ocasiones.

En la multinacional
EL VENDEDOR DEL AÑO, de Coté Soler

Desde el fundacional ‘Recursos humanos’, de José Javier Rodríguez, los trabajos que han abordado las relaciones humanas en el seno de las organizaciones no han dejado de aparecer cada temporada en nuestras pantallas. Propiciando en el terreno del largometraje títulos tan relevantes como ‘El método’, de Marcelo Piñeyro; ‘Smoking room’ de Gual y Wallowitz o ‘Casual day’, de Max Lemcke.
Es significativo que sea precisamente un actor y director teatral como Coté Soler quien decida hincar el diente precisamente a este tema en su debut cinematográfico. Sus buenos amigos y grandísimos actores Fernando Cayo y Javier Gutiérrez sostienen esta trama que plantea una situación límite. Al final, como reza la sinopsis, detrás de las almas despiadadas de las multinacionales sólo hay una cosa, el hombre. Una gran verdad. Todo un filón.

Este muerto está muy vivo
ESTO NO ES AMOR, de Javier San Román

Ubica Javier San Román a sus personajes de noche y en pleno bosque. Quiere apoyar una trama cercana al cine negro con muerto, con pala y hoyo en medio del bosque. Sin embargo, lo que destila esta comedia no es más que alguna dosis de humor negro, sin demasiado vitriolo, en donde nada es lo que parece, y en la que tanto Macarena Gómez como Juanma Cifuentes están más contenidos de lo habitual, dada la situación.


Una obra de arte
EX LIBRIS, de María Trénor

Cuando vimos ‘Con qué la lavaré’ ya supimos de las buenas maneras de María Trénor para convertir en pequeñas obras de arte (pequeñas, por el tamaño) sus propuestas. Ahora, en el poema visual ‘Ex libris’ se emplea a fondo para, a lo largo de cuatro partes bien diferenciadas entre sí tanto en temática como en tratamiento estético, realizar un sentido homenaje al Quijote y a los libros de viejo.

Famosos a toda costa
GENIO Y FIGURA

Continúa ‘Genio y figura’ la estela temática de ‘El show de Truman’, ese tipo de historias en donde las vidas de seres anónimos son retransmitidas en directo a través de la televisión. Es el triunfo de los reality, de los formatos en tiempo real. Apoyándose en esta premisa, plantea el autor de ‘Machu Pichu’ tres historias engarzadas por personajes comunes en las que queda de manifiesto el auge de estos formatos.
Y aunque pretende ser crítica y editorializar con el tema, a estas alturas mucho nos tememos que éste es demasiado manido como para provocar. Y sin provocación en el espectador este tipo de trabajos quedan cojos.
Para el disfrute queda, eso sí, la muy poderosa fotografía de Martín Rosete.

Jenner padre
LA HISTORIA DE SIEMPRE, de José Luis Montesinos

Aunque para muchos Miguel Ángel Jenner sea el padre de Michelle, para unos cuantos que ya peinamos canas sucede al revés, y es que Michelle es la hija de Miguel Ángel.
El actor de doblaje que pone la voz en nuestro país a Samuel L. Jackson se revela como un excelente monologuista en este experimento que nos enfrenta a asuntos como la soledad, el morbo, el gusto por la ficción, la facilidad con la que cualquiera ejerce de espectador. Quizá si se le recortara algún minuto quedaría más redondo. Pero de todos modos es una de las obras que no se olvidan.

Perdedores
LA RUBIA DE PINOS PUENTE, de Vicente Villanueva

A estas alturas Vicente Villanueva nos ha dado tantas pistas sobre su universo propio, que si decimos que ‘La rubia de Pinos Puente’ es un regreso a sus personajes más queridos, ya adivinamos qué es lo que vamos a encontrar. Y sí. Nos encontraremos efectivamente a personajes perdedores. A gente muy hecha polvo, con ganas de salir del agujero que no logra encontrar la estrategia para conseguirlo.
Más cruel de lo que en un primer momento pudiera parecer, Villanueva quiere a sus personajes, a los que trata con sumo cariño. Lo que no es óbice para que les deje muy mal parados, en medio de una sociedad siempre hostil.
Si ‘El futuro está en el porno’ estaba rodado a la mayor gloria de Marta Belenguer y ‘Heterosexuales y casados’ era zumo de Guadalupe Lancho, ‘La rubia de Pinos Puente’ es un auténtico recital de Carmen Ruiz, a la que se homenajea en los créditos finales como sólo se hace a las grandes. Y ella lo es, vaya si lo es.

Exceso
LA VIUDA, de David Martín Porras

A primera vista hay algo del cine de Buñuel en este trabajo de David Martín Porras. Esa catedral de Salamanca. Esas campanas que tañen con furia. Esos soportales solitarios. Y esa burguesa que interpreta Neus Asensi y ese cura en su sacristía, como salidos de ‘Tristana’ o ‘Viridiana’.
Sin embargo, el realizador salmantino peca de exceso y grandilocuencia, y no logra que Asensi encuentre el punto exacto que pide su personaje para que sea verosímil y enganche. Así, de ‘La viuda’ quedan más sus intenciones que sus resultados.

Y comieron perdices
LO SIENTO, TE QUIERO, de Leticia Dolera

En una temporada en la que numerosos actores han decidido dar el salto al otro lado de la cámara, Leticia Dolera nos presenta un cuento que no deja indiferente al espectador, y en el que adivinamos no pocas influencias, y no podía ser de otra manera, de su compañero sentimental, que no es otro que Paco Plaza. Así, hay cuento y hasta hay final feliz, pero también una parte oscura y desasosegante, como de pesadilla, aunque ambas conviven, y eso es lo mejor, perfectamente.

Para qué más
LOST (PERDIDO), de Alberto Delgado

Los cortos muy cortos son los mejores. Los cortos muy cortos dicen lo que tienen que decir en un santiamén. Y son puñetazos. O caricias. O insinuaciones. Los planos que los configuran podrían ser la secuencia previa a los créditos iniciales de un largo. Una antesala. Una introducción. En ‘Lost’, Alberto Delgado opta por la sorpresa, con una suerte de caricia, puñetazo e insinuación, todo en uno. Y es eficaz.

Contención
MARINA, de Álex Montoya

Lo que más me gusta de ‘Marina’ es su contención. Lo medidas que están las interpretaciones de Andrea Dueso y Luis Zahera, esos dos seres que se encuentran en la noche y, por muy distintos motivos, deciden compartir lecho.
Lo mejor es que existe una mirada muy sutil, respetuosa y observadora, que facilita que todo lo que vemos sea tan verosímil. Hay hondura y verdad en ese monstruo que ahora tanto se reivindica que es Luis Zahera, y se ve madurez en el nuevo valor que es Dueso. De la soledad, de las soledades habla con mirada serena y profunda un Álex Montoya adulto, con una contención que desarma.

Complementarios
MI OTRA MITAD, de Beatriz M. Sanchís

Salto cualitativamente importante de Beatriz Sanchís después del documental ‘La clase’, ese hermoso homenaje al teatro, que andaba desprovisto de cualquier aditamento o andamiaje cinematográfico, y que ahora se troca por un alambicado proceso creativo en donde es mucho más relevante el cómo se cuenta que lo que se cuenta. Partiendo de una idea muy fotogénica, la de los dos niños antagonistas cuya deformación óptica hace que vean de un modo complementario, la directora recrea una serie de imágenes de gran belleza. Aunque al final uno se queda con las ganas de una resolución más contundente.

Mensajeros
PANCHITO, de Arantxa Echevarría

Se hace eterno el deambular de Panchito, el mensajero colombiano al que se estropea la moto y tiene que simular que se traslada en ella para que su jefe no lo eche del trabajo. Se hace eterno el deambular de Panchito, colombiano, y las amenazas de su jefe, español desaprensivo. Y eso que sólo dura quince minutos raspados. Y aunque esa fatiga venga bien a la historia, que debe angustiar, no juega muy a favor de obra. Puesto que el cansancio que recibe el espectador es el ocasionado por una ficción que no encuentra su pulso, a la que puede el excesivo maniqueísmo con que está planteada. Porque no sólo de buenas intenciones vive el cine.

Plano secuencia
PARÉNTESIS, de José Luis García Pérez

Nos encontramos por enésima vez con el debate sobre si la forma debe prevalecer sobre el fondo, sobre si la historia que se cuente debe ser más importante que el modo en cómo se cuenta. Mi respuesta es que depende. Depende de las opciones del director. Y en este debut del actor José Luis García Pérez al otro lado de la cámara hay más ganas de realizar un ejercicio de estilo que de contar algo con enjundia. Qué problema hay en ello. Personalmente me dejo llevar por su plano secuencia, por la elegancia con la que mueve la cámara, en sus idas y venidas, y a fe que me gusta. Cada cual dará su opinión, pero esta es la mía.

Plataforma
ONA, de Pau Camarasa

Sorprende la opción de la fotografía en blanco y negro en una historia que se desarrolla íntegramente en una plataforma flotante situada en el mar, y en el encuentro entre dos seres que no dicen ni una palabra. Pero la sorpresa se torna coherente a medida que discurren los minutos y la fotografía de Hermes Marco va diseccionando a la pareja. Los tonos que ofrece la propuesta en blanco y negro son infinitos, y vienen muy bien a una propuesta insólita a la vez que erotizante, que sabe navegar entre la ficción y la videocreación.

El clan
PICHIS , de Marta Aledo

Hay mucho de clan en ‘Pichis’. En el fondo y en la forma. Hay mucho de amistad, de colegueo, de recuerdos de conversaciones a la luz de la luna, de vamos a tomar la última y la penúltima, de flash-backs al pasado que se fue y de las músicas de entonces, y las compañías de entonces.
Hay mucha amistad en el equipo de ‘Pichis’. En lo que cuenta y en cómo se cuenta. Y si uno pasa lista a los nombres del equipo que reúne Marta Aledo, lo constata. Está su Natalia Mateo. Pero también su Luis Callejo y su Raúl Arévalo. Lo dicho. En familia. Entre amigos. Haciendo piña.

Gran Quim Gutiérrez
PRIMOS

Solamente el visionado de ‘Primos’ justificaría la existencia del Notodofilm. Y aunque hay mucho más, valga el ejemplo de esta pieza de Daniel Sánchez Arévalo para reflexionar un momento acerca de las enormes posibilidades que ofrece el formato. Porque ‘Primos’ es, a un tiempo, parte de un largo que a la hora en que redacto estas líneas todavía no es, y que el autor de ‘Azuloscurocasinegro’ y ‘Gordos’ rodará en breve, y un cortometraje consumado, nos atrevemos a decir que magistral, por cuanto sienta las bases, sin apenas proponérselo, de lo que debe ser un trabajo redondo que se precie. Esto es, una historia que acabe en sí misma, una idea poderosa y bien desarrollada.
Basta un plano secuencia captando el monólogo del actor Quim Gutiérrez, rematado por un plano general que cierra el conjunto, para que el trabajo cobre una fuerza inusitada. Claro. No es un monólogo cualquiera. En él confluyen todos los temas recurrentes de Sánchez Arévalo, las relaciones, el amor, el desamor, la fidelidad, la dependencia, los traumas, la fragilidad, la soledad, la amistad, el compromiso, el paso a la madurez.
Viendo ‘Primos’ no podemos menos que incrementar la expectación para ver el largo, si bien esto contiene un riesgo. Aquí no vale la aritmética. No siempre la suma de secuencias brillantes arroja como resultado un largo que también lo sea. Está el desarrollo de los temas, la gradación de las tramas, la resolución de las situaciones planteadas, el ritmo y el tono en que éstas llegan al espectador.
Sea como fuere, ‘Primos’, versión corta, es un hallazgo, una de esas piezas que nos reconforta con el formato y que nos invita a creer en sus enormes posibilidades. Grande, muy grande Quim Gutiérrez.

Los Reyes del pobre
UNA CAJA DE BOTONES, de María Reyes

Rueda Juan Vicente Córdoba la película que deseaba rodar. Porque aunque María Reyes sea la responsable de la historia y de la dirección, es su productor y compañero el que marca la impronta de esta película intimista en la que se narra cómo son los Reyes Magos para quien no tiene posibles.
Córdoba y Reyes, pues, realizan un trabajo lleno de ternura y honestidad, no apto para ser visto por niños menores de siete u ocho años que no deseen romper la magia de la noche del 5 de enero, envuelto con la música melosa de Pedro Barbadillo, no apto para paladares en busca de un cine rompedor o vanguardista.

Lanzarse a la piscina
VOLTERETA, de Alexis Morante

Hay dinero e imaginación en este trabajo. Sorprende la localización, en un ático con piscina frente a la silueta de los edificios más emblemáticos de New York. Hay luz, mucha luz, en este relato, que requiere de ella, de su sol, de su ímpetu, del mismo modo que no se ubica en ese lugar por casualidad, puesto que el icono de Superman revolotea toda la acción.
El niño héroe se enfrenta a un reto, y a un ritual de iniciación. Por momentos, evocamos el ‘Treitum’ de Javi Ruiz, y hasta ‘Sueños’ de Dani Guzmán. Sólo que aquí se aplican otras luces, y otros tonos. Las que elige para su propuesta muy personal, desde Estados Unidos, Alexis Morante.

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