sábado, 1 de noviembre de 2008

NOVIEMBRE - Sábado 1




Lo mejor de este sábado 1, festivo, es que me pilla a salvo.
Cuando un festivo te sorprende a la intemperie, a la intemperie emocional o a la intemperie de la rutina, las consecuencias pueden ser desastrosas.
El sábado 1 de noviembre, festivo, todo cerrado, las calles sin poner, los cero grados de temperatura, tengo una burbujita en la que instalarme. Ya se sabe lo eficaz de las burbujas y el drama de no tenerlas.
Nueve de la mañana. Sala de prensa abierta. Los diarios del sábado sobre la mesa. Las pastas y el café. Los portátiles disponibles. Y Renzo Fegatelli (una novela escrita este año y otra de camino; debería tomar ejemplo), el único acreditado madrugador, que me dice: "¿Sabes que la vida no es más que el fruto de las decisiones que un día tomamos?".
Ay, claro que lo sé. Y de qué manera.
No fue fácil octubre. No fue fácil asumir que no he conducido a buen puerto mis dos decisiones veraniegas: licenciarme para doctorarme allá por el año 2010, y tener una residencia más o menos fija en Madrid. Es difícil asumir las derrotas. Pero también es triste y anodino no tener proyectos.
No fue fácil octubre. Encaro noviembre con más serenidad. Asumo que soy comodón, muy comodón. Y que lo que me gustaría es recibir el doctorado 'honoris causa', por méritos, sin más obligaciones. Y ser invitado en Madrid a la Residencia de Estudiantes. Y cohabitar con gente superinteresante.
Eso es lo que quiero, y al final, todo lo que no sea eso me sabe a poco y me resulta incómodo. Qué se le va a hacer. Ya he dicho más de una vez que tenía que haber nacido Príncipe de Asturias. O consorte.



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