Ahora que estoy en pleno Rubicón, en medio de la nada del domingo, en mi cuarta hora de jornada y solamente es mediodía, me siento como esos ricos que se permiten el lujo de tener un montón de apartamentos cerrados, que no visitan nunca. Qué desperdicio. Porque esos son, para mí, cada uno de los amigos que anidan por ahí. Nidos de amor inédito, de complicidad inédita, siempre por explotar. Que estar están, que tener los tengo, como los ricachones que cuentan c0n muchas propiedades a su nombre, pero que a la hora de la verdad, por la distancia, por la pereza, por tantas cosas, no se usan.
Y llegado el domingo, me pregunto para qué quiero tantas posesiones si no las voy a ocupar.
También me acuerdo en estas horas en las que atravieso el Rubicón del contencioso que mantuve con mi psicóloga Elena Soto durante diez años, y del que quedamos en tablas. Ni yo la convencí a ella ni ella me convenció a mí. Porque a fecha de hoy no encuentro ni una sola razón que me convenza de que los domingos son mejores que los lunes. Cualquiera de las bonanzas del domingo, cualquiera de ellas, está también los lunes. Sólo que multiplicada. La luz también está los lunes, y mi luz y mi encanto también siguen estando, multiplicados por mil. Y las 24 horas que tiene el domingo también las tiene el lunes. Sólo que en el lunes cunden mucho más.
Los autobuses recortan la frecuencia a la mitad. Los menús del día son más baratos. Al salir de casa te dan la prensa gratuita, y te dicen un 'buenos días' muy impostado, muy fingido, pero un 'buenos días' al fin y al cabo.
Es decir, que un librepensador como yo, en lunes, cuenta con todas las ventajas del domingo, ni una menos, y por añadidura la de sentir que tienes el mundo a tus pies.
Y llegado el domingo, me pregunto para qué quiero tantas posesiones si no las voy a ocupar.
También me acuerdo en estas horas en las que atravieso el Rubicón del contencioso que mantuve con mi psicóloga Elena Soto durante diez años, y del que quedamos en tablas. Ni yo la convencí a ella ni ella me convenció a mí. Porque a fecha de hoy no encuentro ni una sola razón que me convenza de que los domingos son mejores que los lunes. Cualquiera de las bonanzas del domingo, cualquiera de ellas, está también los lunes. Sólo que multiplicada. La luz también está los lunes, y mi luz y mi encanto también siguen estando, multiplicados por mil. Y las 24 horas que tiene el domingo también las tiene el lunes. Sólo que en el lunes cunden mucho más.
Los autobuses recortan la frecuencia a la mitad. Los menús del día son más baratos. Al salir de casa te dan la prensa gratuita, y te dicen un 'buenos días' muy impostado, muy fingido, pero un 'buenos días' al fin y al cabo.
Es decir, que un librepensador como yo, en lunes, cuenta con todas las ventajas del domingo, ni una menos, y por añadidura la de sentir que tienes el mundo a tus pies.
Buenos días, Antonio. El lunes ya ha llegado. Esta tarde tenemos clase de crítica cinematográfica... Tenía ganas de empezar, de que llegara el día de hoy.
ResponderEliminar¡Hasta dentro de un ratito!