Asisto, con cierto orgullo, para qué negarlo, a la representación de 'Amigos hasta la muerte', escrita, dirigida, producida e interpretada por Javier Veiga.
Y viendo la hora y cuarenta y cinco minutos sin pausa de función desde la primera fila del Infanta Isabel, identifico a esta extraña pareja con la mejor tradición de los Walter Matthau y Jack Lemmon.
Y ya sé que habrá quién me diga que resulta una barbaridad establecer comparaciones. Pero es que estos son mi Jack y mi Walter. Los que me hablan en mi lengua. Aquellos a los que puedo ir a felicitar a los camerinos y ver y casi tocar mientras declaman la función.
Y es que este 'Amigos hasta la muerte' está en la mejor tradición de los Neil Simon, actualizado y adaptado a nuestras circunstancias. Se nota que Javier Veiga es un excelente dialoguista. Que imprime verdad a los personajes que crea.
Si en América estaban los que estaban, y en Barcelona Joan Pera y Paco Morán, en Madrid se puede ver a un par de amigos que te hacen reír y te pellizcan el alma.
A la salida, pasada la una de la madrugada, Javier Veiga nos invita a unas cervezas en La Bardemcilla, al lado del teatro.
NO SABÍA YO QUE EL TALENTO Y EL GENIO TIENEN QUE VER CON EL IDIOMA.
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