Mi cena con el modisto Antonio Pernas es un viaje. Un largo viaje. Mientras me cuenta sus idas y venidas a Tokio, a Amberes, mientras escucho sus anécdotas en el tren bala, huelo, casi todo, otras culturas, otros mundos que están en éste.
Sinceramente, me parece mucho más motivador viajar así. En la placidez de una cena, de tú a tú. Ahorrando el vuelo. Las esperas. Las molestias. El dinero.
Antonio se ha dejado su taller en la UIMP de Santander par acompañar a su mujer y su hijo en una mesa redonda a la que no puedo faltar.
miércoles, 30 de julio de 2008
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