Regreso a la habitación. El rincón. La burbuja. Tan importante para un cáncer. Qué poco se usa la habitación entre semana.
En cuanto llega el desayuno del lunes, los Cursos de Verano son un cuesta abajo. Un tobogán que te conduce irremisiblemente al viernes por la noche sin haber pasado por el cuartel general más que para dormir.
Por eso coloco en las cuatro esquinas del cuadro que hay frente al escritorio, a esos regalazos de amigos que me ha dado la vida en el último año y a los que espero ver en el ocaso de la semana. A Oliver. A Orland. A Xavi. Y completando el terceto, el díptico del Curso de Crítica que me llevará hasta casa la semana que viene. Y al reencuentro con los que quiero.
Llegados a este punto, me dejo caer por el togobán, y a la vuelta de cinco días de charlas, tertulias y el I Foro de Televisión Temática en España, tan estimulantes, un paréntesis en la andadura escurialense para recibir todavía más estímulos.
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