viernes, 11 de julio de 2008

MADRES - 10 de julio


MADRES

ANTONIO SEMPERE

Y digo yo que detrás de cada mozo, de cada corredor del encierro, habrá una madre. Y mucha zozobra. Nunca he entendido la fiesta entendida como riesgo, como crónica de sucesos. El rito atávico de los Sanfermines, convertido en rito mediático, apenas tiene más sentido que el del espectáculo por el espectáculo. Decenas de cámaras preparadas para narrar, minuciosamente, la crónica de una cogida.
Seguí el segundo encierro, el de la ganadería de Cebada Gago, que dejaron para el lunes para evitar incidentes. La moviola delata a las televisiones. Cuatro congeló las imágenes del único mozo enganchado por un pitón, y las pasaba hacia atrás y hacia delante una y otra vez. Y en La Primera, no me digan que no es morbo, uno de los enviados especiales sigue el encierro desde el Hospital de Navarra en compañía de una decena de médicos, “que así se hacen una idea de lo que se les vendrá encima en un rato”.
Dicen ufanos que sus responsables que TVE ha hecho más por la difusión de la fiesta que el mismísimo Ernest Hemingway. Llevan 27 años emitiendo los encierros. Incluso cuando no había tele matinal. Javier Solano sienta cátedra en sus comentarios. El resto es un ‘España directo’. Llama la atención la ubicuidad de Toni Garrido, del ‘Rock in Río’ a la calle Estafeta.
Todos los años me acuerdo mucho de las madres. Las de Javier Solano, Toni Garrido y Nico Abad estarán orgullosas de ver a sus hijos tan triunfadores. Pero, ¿y las demás? En mi tierra, lo que piden las fiestas a esas horas son desfiles informales. Dianas les llaman. Se celebran en un más de cien poblaciones entre las siete y las nueve de la mañana. Los festeros no sienten en los riñones un pitón, sino la percusión de buenas bandas de música. También sube la adrenalina, pero las madres duermen tranquilas.

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