martes, 23 de septiembre de 2008

APRENDIDO - Martes 23 septiembre

Nos engañan soberanamente.
Nos comen el coco diciendo que la edad enseña, la edad curte, la edad nos hace sabios.
Y nos consolamos una y otra vez. "Me gustaría volver a los veinte, pero sólo sabiendo lo que sé ahora".
Mentira.
No es necesario realizar un camino tan largo para llegar a donde hemos llegado. No es necesario erosionarse para saber, para conocer, para intuir de qué va esto que es la vida.
Mientras veo, mientras escucho, mientras comparto risas, reflexiones, lenguaje verbal y no verbal con Andrés y con Carlos reparo en que nos han engañado.
Puede que no sepan todo lo que yo sé. Y qué más da. Pero saben otras cosas. Y tienen algo fundamental. Actitud. Y aptitudes. Predisposición. Mente abierta. Ganas de aprender. Sensibilidad. Curiosidad. Talante de esponja.
Todo lo demás son zarandajas. La edad, la veteranía, la experiencia... cuentos chinos.
Donde haya inocencia, vitalidad, energía, ganas de comerse el mundo, que se quite todo lo demás.
Es difícil permanecer ilusionado cuando el tiempo y las circunstancias se encargan de anestesiarte un día y otro y otro... Es casi un milagro no sucumbir al paso del tiempo sin ser más receloso, más cauto, más vulnerables, casi diría que más peligroso. O más ruín.
Como me decía una amiga, no compensa tener canas en el chocho. Para qué. A cambio de qué. De qué extraño halo de sabiduría.
Sabios son ellos. Con toda la vida por delante. Bellos por dentro y por fuera. Sin tiempo para haber sufrido decepciones, y con tiempo suficiente para hacer lo que les venga en gana. ¿Que se quedan dormidos en un parque?, pues ya saldrá el sol y dormirán la siesta en cama blanda. ¿Que se pasan cuatro días con canapés y sin comer de caliente?, pues tiempo habrá de que sus mamás les cocinen un buen guisado, que por ahora no les salen llagas en la boca, ni úlceras en el estómago.
Con sus miradas, iluminan el mundo. Ese mundo que otros, los expertos, los resabiados, los instalados, hacen más inhabitable cada día.

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