El aliciente de aguantar algunos de los suplicios a que nos someten las proyecciones es el hacerlo entre amigos. Como los bogotanos.
Al principio, Gabriel era tímido, reservado. Después se abrió, y mostró al poeta que lleva dentro. Hablando con las palabras y con las manos. "Eso es retórica latinoamericana... Éste -y señala al no actor que hace de rey mago, un ser primario, sin palabras- no es retórica", le responde Albert Serra después de una de sus intervenciones. No estoy de acuerdo. Las palabras de Gabriel no son retórica. Son vida. Son la esperanza para resistir.
martes, 23 de septiembre de 2008
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