Ibón trabajaba el año pasado como camarero del María Cristina. Llegado un cóctel, se me acercó, de negro impoluto, y me preguntó: "¿Tú eres Antonio Sempere? Te leo".
Casi me puse a llorar. Pasan tan pocas veces estas cosas... Siempre es al revés. Yo miro y miro y requetemiro, y por el contrario me siento invisible. Ibón me hizo muy feliz aquella mañana. Hoy, a la salida del cine, se ha repetido la historia. Me ha reconocido, se me ha acercado, y he vuelto a sentirme dichoso.
lunes, 22 de septiembre de 2008
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