Qué luz. Qué día. Antes de que los cubos del Kursaal estuviesen donde ahora están, ya se encontraba en este lugar la Surfeskola. La escuela de surfistas.
Quién se resiste a meterse en las salas oscuras con lo que hay arriba. Ese olor a mar. Ese sonido intenso. Esa belleza que entra por todos los sentidos.
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