Si me tuviese que quedar con un rostro de todos los que han pasado por mi retina durante el último mes y medio, sería éste. Roberto Yáñez. El último en pasar por aquí.
Roberto acuña un término que me llega al alma. Cuando le pido perdón por haberle acosado como le he acosado desde que le vi, me dice que no me preocupe, que no está enfadado, que él es inenfadable.
Inenfadable. Qué bonito. Roberto. El hombre tranquilo. La balsa de aceite. El ser imperturbable.
Yo digo que ójala en el mundo hubiese más Robertos. Él me contesta que entonces el mundo sería muy aburrido. Creo que se infravalora. Amsterdam le va a sentar bien. Seguro.
Por mi parte, sólo pido a la vida que de cuándo en cuándo me regale más Robertos. Y que alguno, cuando menos me lo espere, decida quedarse.
Aunque surjan las dudas. ¿Podría conocer a toda la gente que conozco, podría disfrutar de toda la gente que disfruto, si me instalase en alguien y alguien se instalase en mí?
Sólo sé que no se nada.
Y que os deseo muy feliz verano.
viernes, 15 de agosto de 2008
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¿Vaya Sorpresa!
ResponderEliminarQuerido Antonio, ha sido todo un acierto el que me hayas hecho descubrir tu blog...¡un potosí!
Así estaré al corriente de todas tus andanzas.
Un abrazo enorme desde Málaga.
J. Jaime Izquierdo