Comparto el desayuno del sábado con Rafa, de Barcelona, que ya estuvo en los cursos del Escorial. Me gusta cómo observa el comportamiento de los bachilleres del Aula de Verano. Cómo hablan. Cómo se comportan. Qué tipo de adultos van a ser. Rafa se dedica a la educación y hace trabajo de campo.
A estas alturas de sábado el comedor (el Palacio cerrado, Las Llamas cerradas) son dos o tres mesas. Me gusta comprobar con qué facilidad paso de unas a otras. Con qué confianza me siento realmente como en una prolongación del salón de casa. Lo que no quita para echar de menos a Oliver. Claro que no es lo mismo. No puede ser lo mismo alguien que te conoce y te sabe de memoria, alguien con quien existen códigos secretos. Ayer le envié una foto privada, y él entendió todo muy bien.
Pero entre no tener nada y contar con la posibilidad de saltar de mesa en mesa logrando tan fácilmente el grado de socialización, es mucho mejor lo segundo.
sábado, 30 de agosto de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario