Llegó Alberto Ojeda. Llegó en calidad de amigo de la Yanke, Rebeca. Llegó, vio y venció.
Alberto trabaja en el portal de El Cultural de El Mundo.
Lo nuestro es instantáneo. Traspasando límites. Atajando, que es gerundio.
Cuando encuentro un Alberto en mi camino se me plantean dos cuestiones:
1/ Lo que me estoy perdiendo por empeñarme en ir por libre. Porque, ¿os imagináis lo que tiene que ser llegar al lugar de trabajo, cada día, con las lluvias de otoño, con los fríos navideños, con los picores primaverales, y encontrarte con un Alberto en quien volcar un desahogo, un Alberto con quien soportar las miserias de la vida cotidiana?
y 2/ El poco sentido que tiene hundirse en la miseria, sentir que ya vienes de vuelta y ya has vivido y te has decepcionado de todo lo vivible y decepcionable, cuando a la vuelta de la esquina siempre existe un Alberto esperando a contagiarte de vida y a inyectarte un subidón de adrenalina con su sola presencia.
Gracias, Alberto...
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