Tim me besa al despedirse. En todo el verano, y mira que me he despedido de gente, puedo contar con los dedos de la mano los hombres que me han besado. De un modo natural. Y es que Tim tiene mucho viajado, corrido y vivido.
Vuela hacia Bruselas a primera hora de la mañana. Comparto con él la última cena. En la única mesa habitada en todo el comedor. Con el embajador de Croacia en la UE.
Tim, el que practica king boxing, el hombre de los abdominales de acero, el modelo, el que habla siete lenguas, el Tim con el que Paco y yo cenamos el domingo pasado, me da el teléfono. Sólo el teléfono. Otra noche solo.
sábado, 30 de agosto de 2008
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